Pinochet compareció ayer o por primera vez que comparecer en el
Tribunal de Belmarsh, encargado del siguiente paso de la
extradición a España del ex dictador, para dar explicaciones sobre
los crímenes cometidos durante la dictadura que encabezó entre 1973
y 1990 y los más de 3.000 muertos atribuidos a la represión. En
silla de ruedas, el ex dictador subrayó que la única Justicia para
juzgarle que reconocía era la chilena «en relación a las mentiras
de España».
Los alrededores de esta corte fueron tomados por defensores y
detractores del general, que se situaron cara a cara. Frente a los
'pro pinochetistas', los familiares de las víctimas de la represión
portaban fotografías de los desaparecidos y entonaban canciones con
el lema de que Pinochet sea juzgado.
Decenas de policías y un helicóptero se ocuparon de que la
comparecencia no se viera enturbiada por ningún acto violento. Poco
antes de que comenzara, el ex dictador llegó a Belmarsh procedente
de la lujosa mansión de Surrey donde se encuentra en un coche con
las ventanas cubiertas por un abrigo para que no se le viera. Al
vehículo le acompañaban tres coches de policía.
La declaración de Pinochet ante los magistrados, que le
notificaron el procedimiento de extradición solicitado por España,
no tuvo nada que ver con el texto que se conoció en Santiago de
Chile.
El ex dictador, que mostró mucho sosiego durante la media hora
que duró la audiencia, comenzó su comparecencia confirmando su
identidad. «Me llamo Augusto Pinochet Ugarte, fui comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas, ex presidente de la República y hoy
soy senador vitalicio», dijo.
A renglón seguido y en tono desafiante, Pinochet, sentado en una
silla de ruedas y vestido con un traje marrón, subrayó que no
reconocía esa jurisdicción «ni ningún otro tribunal, salvo en
Chile», para juzgarle «en relación a las mentiras de España». «Eso
es todo lo que quería decir», añadió.
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