MARC AMORÓS

«Desinformación ha habido siempre pero hoy funciona como una industria»

Rastrea noticias falsas y afirma que el panorama de la izquierda es «mucho más sombrío» que el de la derecha en el ámbito de la comunicación

Imagen del periodista Marc Amorós con su libro este jueves en Palma. | M. À. Cañellas

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El periodista Marc Amorós (Barcelona, 1976) es «el bulólogo» del programa La Ventana de la Ser. El ‘cargo’ se lo puso Carles Francino y es el encargado de informar y comentar las noticias falsas o fake news. No le falta trabajo y ha publicado dos libros al respecto. Ayer dio una charla organizada por el PSIB. Y conversó con este periódico.

¿Hay que salir de Twitter, ahora X?
—Es una decisión personal. De lo que no hay ninguna duda es de que con Elon Musk cambió su política en contra de la desinformación y de que con sus algoritmos apuesta por la polarización y hacer más visibles las voces de la derecha y la extrema derecha.

¿Usted está en esa red?
—Sí, yo estoy pero soy cero activo, no participo. Me sirve para saber qué ocurre.

Interviene en un acto organizado por el PSOE. ¿Ha perdido la izquierda la batalla de la comunicación?
—Desde luego tiene un panorama mucho más sombrío que la derecha y la extrema derecha, que utilizan un lenguaje más efectivo pues activa palancas emocionales y logra un mayor seguimiento y la fidelización del consumidor. Bajo mi punto de vista, la desinformación es exitosa porque activa los prejuicios.

¿Por qué parece que tienen más seguimiento las noticias falsas que las que no lo son?
—Porque además de activar palancas emocionales presentan respuestas fáciles a problemas complejos. Y además, se presentan como novedades informativas que supuestamente otros ocultan, ya sean otros medios o poderes ocultos, lo que el trumpismo llama el Deep State. Se viralizan muy fácil y ayudan a entender lo que pasa.

¿O ayudan a entender lo que quien las lee cree que pasa?
—Sí, en función de sesgos determinados. Ya sea sobre la inmigración o sobre los derechos de las mujeres. Esos mensajes de la derecha y la extrema derecha llegan fácil. Sabe a quien dirigirlos.

¿Por qué la izquierda lo tiene más difícil para comunicar?
—Comunicativamente, la izquierda es menos binaria. La derecha presenta lo que pasa en blanco y negro, mientras que la izquierda se entretiene en los matices y da entrada en su análisis a minoritarios.

¿Y qué tiene que hacer?, ¿sumarse a la desinformación?
—Es muy complicado que sus mensajes alcancen la viralidad de los de la derecha. Desinformación ha habido siempre pero ahora ha creado un ecosistema propio y funciona como una industria que, además, pretende acallar las otras voces.

¿Los gobiernos no desinforman?
—En regímenes no democráticos se hace pero en democracia no cabe la desinformación. Y lo que ocurre ahora es que ese instrumento no es de los gobiernos. Ahora es también, o sobre todo, un arma política para desprestigiar al periodismo. Ahora la ejercen los youtubers, los influencers y lo que se llaman falsos medios. Desprestigia al periodismo.

¿Y qué es periodismo ahora?
—Buena pregunta ahora que el periodismo vive una crisis de confianza. La irrupción del ecosistema digital lo ha cambiado todo. El periodismo del siglo XX no funciona ahora.

¿Y cuál es el escenario?
—El llamado periodismo ciudadano ha dado protagonismo a cualquiera y eso alcanza al periodismo como lo conocemos.

Papel o no papel...
—No es eso. Esa no es la cuestión, que ya parece clara. Lo que sucede es que se ha confundido la carrera por ser el primero con la calidad informativa. Ser el primero no siempre es bueno ni es garantía de información contrastada. El buen periodismo debería incorporar el proceso de verificación al momento anterior de dar una noticia y no al posterior.

Una noticia falsa reciente.
—Hay cada día. Por ejemplo, que el Gobierno dedica más dinero Gaza que a Valencia. Una noticia muy viral y falsa.