La madre de la afectada recogiendo firmas ante las puertas de los centros de Calvià para lograr que los baños dejen de ser mixtos, ya que, según ella, eso propició lo que le ocurrió a su hija.

TW
21

«Lo hago por ella», dice clara y contundentemente Margarita, nombre ficticio para esta madre que lleva, desde el mes de abril del año pasado, sufriendo por el bienestar de su hija. La pequeña, de once años, afrontó un complejo episodio en los baños del colegio en el que cursa sus estudios, en Calvià. Un hecho, compatible con una agresión sexual, que se ha denunciado ante la Guardia Civil.

La niña, a la que llamaremos también de forma ficticia, Ana; iba con una amiga por el patio hasta que un compañero, de diez años de edad como ella en aquel momento, llamó su atención y le pidió que fuera con él al baño. «Ella acudió pensando que necesitaba ayuda con algo. No era raro ver entrar juntos a un niño y una niña porque los baños habían pasado, en contra de la opinión de muchos padres, a ser mixtos», explica la madre.

«Cuando entró en el baño, el niño cerró la puerta, aunque sin pestillo porque no hay, le dijo que se desnudara porque quería tener sexo rápido con ella, que bastaba que se bajase los pantalones. La niña le dice que no. Él insiste. Ella reitera el 'no' y sale muy nerviosa y acelerada del baño», narra su madre. De hecho, un documento interno sobre lo sucedido confirma que los dos niños dan la misma versión a la directora.

Noticias relacionadas

El conflicto llegó después. Tras varios meses de reuniones y peticiones de cambio de aula, el curso acaba en verano y vuelve a comenzar en septiembre; por lo que Margarita se encuentra con que su hija continua yendo a clase con el niño que la había incomodado. Desde diversos departamentos del centro, según cuenta la madre, quitan importancia a lo ocurrido y tratan de minimizar el suceso. La madre no está de acuerdo y tras ver el efecto psicológico que está causando en la niña, decide volver a pedir el cambio. «Me dicen que 'no' varias veces y por si fuera poco, después de hacerlo público, me llama un inspector de la Conselleria d'Educació y me dice que hasta que no tenga un informe del psicólogo que diga que mi hija no puede estar con este niño, no van a hacer nada», explica Margarita visiblemente enfadada.

Ése informe ya ha llegado. La madre asegura que su hija no puede continuar en esta situación y que el hecho de compartir aula con el otro menor le está causando «mucha ansiedad y malestar». De hecho, una psicóloga infanto-juvenil de la Clínica Rotger certifica en el informe que «recomienda la separación de aulas para evitar la evocación de recuerdos traumáticos y bajar el nivel de hiperalerta de la menor».

La madre ya ha presentado el informe pertinente al centro y espera la reacción que lleva nueve meses solicitando: el cambio de aula para el compañero de su hija; ya que, según indica la psicóloga, sería mejor para ella quedarse en su entorno actual. El centro no ha dado aún respuesta al informe, a pesar de haberlo recibido por duplicado. Por su parte, según consta en los documentos que posee la progenitora, Educació realizó un seguimiento de todo el proceso y considera que el centro actuó con diligencia, también señala que la decisión de separarles en clase pertenece al equipo docente; que lo ha valorado negativamente en base al análisis de las ventajas e inconvenientes del cambio solicitado.

Asimismo, la progenitora está recogiendo firmas ante diversos centros de Calvià para que los baños dejen de ser mixtos, ya que, según defiende, «se hizo sin el consentimiento de los padres». La madre ha logrado, en dos días, cerca de 400 firmas.