Manera, en su despacho en el edificio Jovellanos, en el campus de la UIB. | Pilar Pellicer

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Carles Manera (Palma, 1957), catedrático de Història i Institucions Econòmiques en la UIB, acaba de publicar Economía en crisis. Aprendiendo de la historia económica (Catarata y Edicions UIB). El libro será presentado el 28 de enero en Madrid por el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo. También será presentado en Palma en una fecha por determinar, igualmente en enero.

¿Cuál es el objetivo del libro?
Llevo 10 años trabajando en él. Es un libro muy reflexionado sobre las problemáticas económicas globales y actuales. La economía es una ciencia que en ocasiones tiene problemas para entender la realidad y la historia económica es un buen laboratorio de aprendizaje. Ha sido necesario conocer crisis anteriores para afrontar la financiera de 2008, la COVID o la guerra de Ucrania, y no repetir errores.

Pero siempre se reprocha que no se pudo prever la crisis financiera de 2008.
La economía no es una ciencia de alquimista, de predecir el futuro. Trabaja sobre probabilidades, sobre por dónde pueden ir las tendencias, no sobre certezas. En economía, los imponderables son llamados cisnes negros, como Siria, Ucrania o la COVID. Esos cisnes negros aparecen sin unos síntomas claros, incluso en buenas situaciones económicas.

El capitalismo siempre se adapta.
El capitalismo es un ente mutante y desequilibrado. Por ello hay que luchar contra los desequilibrios. Ante la recesión de 2008, la Unión Europea apostó por subir los tipos de interés, cerrar los créditos y la austeridad económica, con recortes en ayudas y servicios. Tardó seis años en recuperarse. Ante la COVID, se hizo lo contrario: bajar los tipos de interés, abrir créditos y ayudar a la población: empresas y trabajadores. La crisis económica se superó en menos de un año. El capitalismo estuvo a punto de desmoronarse con la crisis del 29 y en los años 30, pero fue capaz de adaptarse y recuperarse con la participación pública.

Es decir, el criterio debe ser siempre no dejar a la gente desamparada.
En todas las crisis económicas sistémicas, la palanca esencial es la inversión pública. No es la solución mágica, pero facilita mucho la recuperación. Con la COVID, casi toda la actividad quedó paralizada. Se necesitaba un motor que fue la inversión pública. La economía debe velar por el bien común y la justicia social. ¿De qué sirve tener unas cuentas públicas saneadas si estás castigando a la población?

¿Milei en Argentina?
Milei personifica el anarcocapitalismo y el darwinismo social. Se salvarán los que más tengan más dinero. Lo peligroso es que estas ideas se están trasladando a la población joven, apartando la importancia del Estado del bienestar y de los servicios públicos.

En la actualidad, hay quien invita a no pagar impuestos.
El Estado del bienestar y los servicios públicos dependen de los impuestos y de la progresividad fiscal. Más allá de invitar a no pagar impuestos, el mensaje de bajarlos es un error. Está demostrado que bajar impuestos no asegura más crecimiento económico ni más inversión privada ni más bienestar.

¿El cambio climático lo está cambiando todo? Como reto, condicionante u oportunidad.
Los grandes retos y desafíos económicos son el cambio climático y la desigualdad, que van unidos. Lo ejemplifica el dato de que el 1 % de la población más rica de los Estados Unidos es el causante del 23 % de las emisiones de CO2 de todo el mundo. El cambio climático sí ofrece oportunidades económicas a través del reciclaje, la reutilización o las energías renovables, y lo hace demandando innovación, tecnología y formación. El cambio climático está sirviendo de advertencia a las empresas, que están apostando por la sostenibilidad y la economía circular.

Pero hay una ola a nivel mundial negacionista.
Sí, niega el cambio climático y lanza el mensaje de que el Estado es el problema y que el mercado es la solución, y no lo es, como vemos en la vivienda. Volviendo a los Estados Unidos, frente a los grandes empresarios que defienden la bajada de impuestos, la desregulación y la liberalización de los mercados, existe otro grupo que defiende lo contrario y que tiene muy claro que tiene que pagar los impuestos que le corresponden. Y actúan así porque están preocupados por el sistema y no quieren asomarse al precipicio. No lo hacen porque sean filántropos, sino porque quieren seguir ganando dinero.

¿Qué impacto puede tener la innovación tecnológica?
Se calcula que la economía del algoritmo puede destruir en Europa 6 millones de puestos de trabajo en los próximos 15 años, pero, a su vez, ser un motor de generación de riqueza. La clave será la redistribución de esa riqueza.