La presidenta de la Sociedad Balear de Medicina Familiar i Comunitària (Ibamfic), Lucía Gorreto. | Miquel Àngel Cañellas

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Contra viento y marea, más Atención Primaria, éste es el lema que ha escogido la Sociedad Balear de Medicina Familiar i Comunitària (Ibamfic) para su quinto congreso que se inaugura el 30 de mayo en el Col·legi Oficial de Metges. Su presidenta, Lucía Gorreto, habla de la salud de uno de los servicios más queridos, demandados y a su vez más precarios del sistema nacional.

¿Cuál es la situación de Atención Primaria en Baleares?
—Podría mejorar, como todo. No tenemos una buena salud pero tampoco estamos para morirnos. Es un balance global porque hay centros que están muy mal a nivel de profesionales y nivel asistencial y otros que no lo están tanto. Además ahora vienen unas fechas críticas porque es verano, necesitamos vacaciones para descansar, y no hay sustitutos. Tendría que haber herramientas de gestión que pudieran poner una solución, al menos temporal, a este tipo de problema. La población lo que quiere es tener una buena calidad de asistencia, no a cualquier persona pasando consulta, y si para eso tiene que desplazarse algo más lejos, a un centro de salud vecino, yo creo que estaría dispuesta.

El Foro de Atención Primaria del que forman parte pedía esto, reagrupar servicios en determinados centros sanitarios, ¿se lo han expuesto a este nuevo Govern?
—Todavía no nos hemos reunido.

Según el Sindicato Médico faltan 300 facultativos en Primaria y hay más de 200 profesionales en las consultas sin la especialidad homologada.
—Desde la sociedad ni aceptamos ni apoyamos esto de ninguna manera. Hay que dar una asistencia de calidad y eso significa que en las consultas haya médicos de Familia y no cualquier persona con un título de médico pueda ejercer esta especialidad, igual que no nos gustaría con un cardiólogo.

Con las malas condiciones que hay ahora, hay pocos médicos internos residentes (MIR) que elijan Medicina Familiar.

—También hay que mirar bien los datos. El número de plazas de formación para Familia se ha ido ampliando de forma progresiva en los últimos año pero no todo el mundo la elige, lo que es coherente y normal. Lo que queremos es que se trabaje desde dentro de las universidades para que los estudiantes de Medicina conozcan la especialidad y tenga el prestigio y la visibilidad que se merece. Muy pocas universidades tienen esta asignatura. La de Baleares sí, se hizo esta apuesta desde el principio con créditos de peso.

¿Hay una idea equivocada de su profesión?
—Nosotros no somos médicos que derivan a otros especialistas, somos especialistas en personas. Conocemos el entorno social, el rural o urbano de cada uno y lo conjuntamos. No vemos a un señor con diabetes o con hipertensión, vemos a Manolo o a Pepita, y mostrar la esencia de la medicina de Familia es una labor de todos.

Pero ahora no todos los pacientes tenemos a un médico ‘de toda la vida’.
—Es algo que se reivindica. Ahora hay una consolidación de plazas que mejorará la estabilidad del profesional y el usuario podrá tener siempre al mismo médico algo que, está demostrado, disminuye la mortalidad. Lo que pasa es que no sé hasta qué punto los jóvenes que se especializan ahora quieren esta estabilidad y un horario de 8 a 15, porque la sensación que tenemos los que somos tutores es que no todos quieren esto. En una de las mesas del congreso, que es de universidad y residentes, queremos poner este tema sobre la mesa.

Más allá de las consultas, ¿cuáles son las otras facetas, más desconocidas, de los médicos de Familia?
—La prevención y promoción de la salud, que debería ser el porcentaje mayoritario de nuestro trabajo dentro y fuera de la consulta, pero la demanda por problemas sanitarios es muy alta y no está bien redirigida. Además, y se hablará en el congreso, hay que autocuidarse y pedir cómo queremos que nos cuiden; también hacemos investigación en Primaria para conocer la realidad de nuestro día a día, del que no se toma las pastillas, el que no camina o el que tiene unas rutinas muy saludables. Es algo que la administración debe facilitarnos.

¿Cómo han cambiado los pacientes?
—En algunas cosas han ido a mejor y en otras no. Veníamos de una medicina paternalista en la que lo que decía el médico iba a misa y no debe ser así. Hay que enseñar las posibilidades que tienen cada usuario y éste, si puede, debe elegir. El problema es que hemos medicalizado demasiado a la población y parece que el facultativo tiene la solución para todo y no es así, son las personas que deben poner la solución primera y nosotros te podemos ayudar y acompañar.

¿Qué se encontrarán los asistentes a esta cita?
—Es un congreso con un programa muy diverso tanto a nivel de temática, como de profesionales. Entre los ponentes hay desde estudiantes de Medicina, profesores de la universidad, residentes de Familia y enfermeras que trabajan en Primaria, así como fisioterapeutas o trabajadores de hospital de otros servicios como es Medicina Preventiva, Medicina Interna o Urología porque es importante crear vínculos con todos los que tenemos que colaborar para dar un buen servicio a los pacientes.