El doctor Leopoldo Ortega-Monasterio es una eminencia en psiquiatría y medicina forense. | R.L.

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Es una de las voces más autorizadas del panorama nacional para hablar del mal, por su condición de psiquiatra, forense y divulgador. A sus 76 años, Leopoldo Ortega-Monasterio (Huesca, 1946) acaba de publicar su libro ‘Un ensayo sobre la maldad’, que presentará este jueves en la librería Rata Corner de Palma junto a Miquel Roca, catedrático de Psiquiatría de la UIB; Julián Delgado, psicólogo por la Universidad de Barcelona y coronel retirado; y Borja Moreno, forense de Palma que en la actualidad dirige el Instituto Anatómico de Ceuta.

Ha escrito más de ochenta artículos científicos y ha dado infinidad de conferencias: ¿De dónde saca el tiempo?
El día tiene 24 horas y hay que planificarlas muy bien. ¿Quiere que le diga un secreto? Hago la siesta cada tarde, es algo que me ayuda mucho. También practico algunos deportes, como la esgrima o el atletismo.

Escribir un libro sobre la maldad son palabras mayores.
Es una aproximación clínica, es un tema que no es patrimonio exclusivo de la psiquiatría. Es social, educativo. Incluso teológico, la lucha de siempre entre el bien y el mal. También es un tema filosófico, ético. Hay falsos positivos, es decir, hay personas dañinas pero no es porque sean malvados, son enfermos mentales. No es lo mismo. Los verdaderos malvados tienen indemne su capacidad mental y podemos incluirlos dentro de la tétrada maligna: psicopatía, narcisismo, maquiavelismo y sadismo. Todos tenemos ciertos grado de maldad. La envidia maliciosa es algo muy común, los niños son crueles en el colegio con otros compañeros.

¿Hay más maldad ahora?
Creo que no. Tenga en cuenta que a lo largo de la historia ha habido mucha crueldad. En el Imperio Romano había normas legales, pero eran tremendamente implacables con los castigos. También hemos padecido durante siglos la esclavitud, que era algo espantoso, y ha habido guerras salvajes, donde se han cometido auténticas bestialidades y de forma totalmente gratuita. Lo que ocurre es que ahora estamos más informados.

¿Por qué los auténticos criminales nunca se arrepienten?
Porque tienen una estructura psicopática con componentes narcisistas muy desarrollados. Es una hipertrofia de su propia personalidad. Los actos dañinos los ven como un triunfo. El sadismo les genera gratificación. No tienen ni autocrítica ni arrepentimiento. Pero hay que tener en cuenta que hay malvados en la empresa, universidad, entre los políticos, en las jerarquías sociales y no solo en las noticias de sucesos. Existe el denominado «psicópata de cuello blanco», que perpetra el daño desde los estamentos de poder en el ámbito privado y en el público.

¿El poder sin control es muy dañino?
Mucho. No hay que olvidar que la maldad se ejerce siempre desde el poder. Un ejemplo es que los hijos saben que los padres dependen afectivamente de ellos. También hay que destacar que cuando hay impunidad la maldad se dispara, y aquí tenemos el ejemplo más o menos reciente de la antigua Yugoslavia. Cuando se quebró el Estado se sucedieron las matanzas, las violaciones, las atrocidades. Fue algo terrible.

¿Desde la COVID la sociedad está peor mentalmente?
La pandemia generó angustia e incertidumbre, que influye en el equilibrio emocional. Es una puerta a la depresión, al alcoholismo. Pero quiero matizarle que eso no son conductas malvadas. Recuerde que la persona maligna no va al psicólogo o al psiquiatra.

¿Qué hay en la mente de un asesino en serie?
El malvado está de acuerdo con sus crueldades y no tiene consciencia ni auto reproche. De él no esperamos resultados terapéuticos. No es una enfermedad. Lo de asesino en serie es, en realidad, un concepto más periodístico. Es algo reiterativo. Puede ser un enfermo mental o un psicópata narcisista. Un egocentrista que se autoafirma con el daño o la muerte que infringe a otras personas. Y también hay criminales reiterativos, que actúan en el ámbito de las parafilias sexuales y tienen una sexualidad distorsionada y anómala.

Últimamente se suceden las series de televisión o los libros sobre la maldad. ¿Por qué nos atrae tanto esta temática?
Principalmente por contraste, porque tenemos curiosidad. No estamos en esa orilla, pero la angustia ante esas perversiones te lleva a asomarte al precipicio, y en ocasiones para expulsar las ideas destructivas que puedas tener. En definitiva, buscamos emociones impactantes y a la vez distanciarnos como espectadores de algo que nos espanta.

En Mallorca los jóvenes cada vez consumen drogas más pronto.
Pues le diré que es algo preocupante y que puede condicionar la personalidad de jóvenes inmaduros. No olvide que necesitamos sentirnos reconocidos y que algunos adolescentes, al querer integrarse en según qué grupos, adoptan la conducta de aquellos a los que quieren imitar. La adolescencia es una edad muy vulnerable, pero eso no es maldad. Es algo distinto. Hay algo muy importante: la droga te degrada éticamente. Un toxicómano en pleno síndrome de abstinencia vendería a su propia madre. La adicción maligniza al sujeto porque lo rebaja moralmente.

¿Cuál es la droga más dura?
La heroína y el crack, y el actualmente el Fentanilo y el tusi.

Usted a nivel nacional ha llevado casos muy mediáticos, como el del violador del Ensanche, en Barcelona.
Era un chico psicópata, inmaduro. Le faltaba apoyo familiar, estaba descarriado. No tenía una ética sólida, pero no era un sádico. Esto es importante exponerlo. Ejercía el acto maligno, pero no se recreaba más allá de sus degeneraciones sexuales.

¿Todos podemos ser malvados?
Todos tenemos cierto grado de maldad, desde niños o ya adultos. Esa es una realidad.