La profesora de la Universidad San Pablo-CEU intervino ayer en un acto organizado en Palma por el Moviment Europeu. | R.L.

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Belén Becerril, Miembro del Consejo asesor del Real Instituto Elcano y vicepresidenta de la Fundación Política Exterior intervino este jueves en Palma en un acto organizado por el Consell de les Illes Balears del Moviment Europeu, para hablar de valores de la Unión y del papel de España en los 27. «Aún hoy, España busca muchas veces solución a sus problemas en Europa. En el ámbito político, en el económico».

¿No le choca escuchar a los responsables de la Unión hablar tanto de guerra y defensa?
El proyecto de unidad europea nace con el objetivo prioritario de lograr la paz. Nunca los estados de europa occidental habían conocido tantos años de paz. Es un gran éxito. Está en los incicios, en el pensamiento de los padres del proyecto: un objetivo de unidad para hacer una guerra imposible. Lo que pasa es que muchas veces damos por hecho ese gran logro del proceso porque es impensable un conflicto entre los estados miembros. Otra cosa es el contexto global. Creo que la UE ahora vive un momento de grandes retos en la escena internacional, con una vecindad en llamas y estos retos vienen del Este pero también vienen del Sur. La UE ha sido durante décadas una potencia económica, comercial, pero su papel en política exterior y en defensa ha sido limitadísmos y vivimos un momento de cambio en el que la Unión quiere dar respuesta a estos retos y ser un actor global.

Y en paralelo hay un crecimiento de partidos antieuropeos...
Es verdad, en los últimos años hemos visto fortalecido en varios países un discurso muy euroescpético. El caso de España es peculiar. Es el primer estado que entra con el acuerdo de todas las fuerzas políticas y es algo muy positivo. Se he deteriorado después. Desde la izquierda ese europeísmo se comienza a cuestionar en los años de Maastrich, en los que se lanza la moneda única y años después ha aparecido en una fuerza política de la derecha, en Vox, que mantiene un discurso crítico con las instituciones. Sin embargo, la sociedad española sigue siendo muy partidaria de la integración y lo muestran cada años los informes del Eurobarómetro.

¿Hay huella de España en la UE?
A lo largo de la historia de España en Europa ha habido un gran consenso entre los dos grandes partidos. La política europea del PP y el PSOE tiene mucho en común y ha contribuido de modo importantísimo al proceso de integración europea. Conceptos como la política de cohesión, la ciudadanía europea, el espacio de libertad, la creación de la euroorden. España ha sido un socio activo.

¿Quizá por un estancamiento del proyecto?
La Unión es muy compleja. No creo que el proceso esté estancado. En los últimos años hemos visto una unidad frente a la crisis del covid que nos ha sorprendido a los europeos. Y también hemos visto a la UE responder unida a la invasión de Ucrania y un apoyo de la opinión pública creciente a la Unión después de unos años difíciles: los de la crisis económica y el Brexit. No hablaría con pesimismo de estos años. La Unión es más necesaria que nunca y eso no significa que todas las decisiones sean correctas. La UE es imperfecta pero es imprescindible.

¿Y ciertas derivas de algunos estados?
Siempre ha sido un proyecto basado en unos valores compartidos: democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos y eso en España lo comprendemos muy bien porque durante décadas no pudo entrar porque era una comunidad de valores. Cuando se acercaba la gran ampliación en los años 90 a europa central y oriental, la Unión mira a estas jóvenes democracias y comienza a crear mecanismos que permitan a las instituciones reaccionar cuando un estado vulnera grave y sistemáticamente los valores europeos. Hoy en día existen algunos mecanismos y se han utilizado. Por ejemplo, un reglamento que permite condicionar los fondos europeos al respeto al estado de derecho y ha sido importante con Hungría.

¿Es una garantía entonces?
La Unión es un límite también y por supuesto requiere que se respete el Estado de Derecho. La jurisprudencia lel TJUE establece que la independencia del Poder judicial no es un asunto solamente nacional porque los jueces nacionales tienen que aplicar el derecho de la Unión.