Los ponentes han posado con las autoridades. | Pilar Pellicer

TW
1

La XII edición de Lo que de Verdad Importa (LQDVI) vuelve un año más al Palacio de Congreso con más de 1.500 personas, la mayoría estudiantes, que salen con varias reflexiones de vida, como no perder la ilusión por lo que se hace, seguir el instinto del corazón para hacer nuestra propia historia de vida o superarse día a día para conseguir nuestros objetivos. Estas frases motivaciones las escucharon, en esta ocasión, de la reconocida alpinista Edurne Pasaban, primera mujer en el mundo en subir 14 ochomiles; de Antonio Espinosa, que siendo muy joven sacó adelante una empresa social para llevar agua potable a miles de personas en el mundo, y de Antonio ‘Toñejo’ Rodríguez, que ha conseguido el éxito deportivo a pesar de llevar en silla de ruedas desde 1990 al sufrir un accidente mientras disputaba un rally en quad.

El acto ha comenzado puntual a las nueve y media de este martes con la actuación de la Escuela Municipal de Música de Palma, que interpretaron la canción ‘El ciclo de la vida’, del Rey León. Tras este apunte musical, el alcalde de Palma, Jaime Martínez, ha sido uno de los encargados de abrir el congreso, que ha destacado que «los valores y la educación son herramientas fundamentales para construir el futuro de esta sociedad». También ha considerado, como persona y como alcalde, que «hay esperanza» en todo. «Si considerase que no la hay, yo hoy no estaría como alcalde», ha añadido Jaime Martínez, quien ha contado que, con una vida resuelta como arquitecto, tomó el cargo por la ilusión de mejorar esta ciudad, Palma.

Lo que de verdad importa
Edurne Pasaban durante su intervención.

Las ponencias han comenzado con Edurne Pasaban, alpinista reconocida por coronarse las 14 ochomiles. Un camino que le ha llevado a enfrentarse a grandes retos. Edurne se ha abierto ante un público que, pese a que la mayoría no le conocía, ha quedado pasmado. Con 14 años, se apuntó al club de escalada de su pueblo, Tolosa. Así empezó a amar, poco a poco, las montañas. Pero Edurne tampoco sabía que este proyecto hoy sería no solo su gran pasión sino que es el libro de su vida. Casi al completo.

«Con 14 años, no me sentía bien, no encajaba en ningún sitio, pero en el mundo de la escalada empecé a conocer a gente que realmente me respetaba. La montaña me enganchó y con 18 años ya escalaba cimas de 6.000 metros», ha narrado durante su ponencia. Una de las frases que se ha repetido, y se repite, todos estos años es la siguiente: Cuando tengas que escoger entre dos caminos, escoge siempre el camino del corazón. Edurne así lo hizo. En 1998 empezó a escalar su primer ochomiles entre las montañas del Himalaya. Falló una vez y una segunda. En 2001 consiguió coronar el Everest, su primer ochomil. «He estado 26 veces en el Himalaya», rememora para explicar que a pesar de los éxitos, hay muchos fracasos que ha tenido que lidiar. Y si nada le ha frenado para acabar su reto profesional y personal ha sido gracias a cuatro ingredientes que lleva en su mochila: ambición, afán de superación, hambre de éxito y pasión por lo que hacía.

Rodearse de buena gente y «levantarme y seguir» ha sido algo fundamental en uno de los momentos más importantes de la vida de Edurne: una fuerte depresión que le dejó dos años alejada de su objetivo de los 14 ochomiles. Ha hablado abiertamente de la salud mental y ha pedido al público que «siempre hay que pedir ayuda».

Visión social y superación

Antonio Espinosa, de 33 años, ha sido el segundo en subir al escenario arropado por el calor del público. Antonio ha sacado adelante una empresa social con la que ha conseguido repartir agua potable a miles de personas desfavorecidas en el mundo. Su camino, desde luego, también ha sido de un auténtico valor: siendo estudiante de arquitectura, se fue un mes para ayudar a construir un colegio. Lo que no sabía es que tras esta experiencia, sumaría más y más. Hasta que «África me enganchó». Le pidieron que necesitaban 10.000 euros en Etiopía para hacer realidad un proyecto de agua potable: «Yo no sabía cómo sacar tanto dinero, pero monté una fiesta y conseguí 13.000 euros».

Ese primer reto personal le llevó a dar a luz a AUARA, que a punto de caer en la quiebra en 2020, hoy es una empresa social muy consolidada que ha ayudado a más de 100.000 personas en todo el mundo. «Cuando en la vida tienes propósitos mayores, haces cosas increíbles; eso me pasó», ha contado. Durante su ponencia, Antonio ha recordado que hay 700.000 personas en el mundo sin agua potable» y que a pesar de ser uno de los principales problemas de salud, también es un problema de movilidad: «Niños de muchos países como Etiopía trabajan yendo a recoger agua a seis horas caminando de su poblado», ha lamentado.

Lo que de verdad importa
Antonio Espinosa contestando a una de las preguntas del público, que lee la alumna Lourdes Calvache del Colegio Nuestra Señora de Montesion.

Antonio sufrió una fuerte crisis en 2020 cuando AUARA perdió el 90 % de las ventas, y no sabía qué hacer para seguir adelante. «La depresión me dejó en la cama, no podía salir». Antonio necesitó medicarse contra esta enfermedad de salud mental y ha contado que, para él, «fue el día más vergonzoso de mi vida». Pero hoy mira atrás sin vergüenza y con la intención de ayudar a los demás y decir un mensaje claro: «Pedid ayuda».

El último ponente ha sido un veterano. Antonio ‘Toñejo’ Rodríguez ha cautivado al público con su historia de superación o historias. Porque Toñejo es una persona que ha estado muchas veces a punto de perder la vida. El motor le ha acompañado desde bien pequeño, aunque ha recordado que «en mi casa, todo lo que tenía ruedas esta prohibido». Sin embargo, su afán por perseguir su sueño, convertirse en profesional del motor, le llevó a lo más alto. En 1990, en una competición nacional de rally en quad, Toñejo sufrió un accidente cuando tan solo le quedaban 3 km para llegar, el primero, a la meta. Ese suceso le dejaría en silla de ruedas. «No morí porque me quedé despierto y aunque notaba mucho dolor, no me quería ir de este mundo», ha dicho.

Pero 34 años después, Toñejo no conoce el miedo, ni la discapacidad. «Siempre digo que la silla la tengo en el culo, no en la cabeza», ha bromeado frente a unos jóvenes anonadados de él. La parálisis que sufre desde entonces no le apagó: se convirtió en campeón de España en moto de agua, participó en un rally como conductor de camión. También ha tenido más accidentes, uno el del campeonato europeo de moto de agua, perdiendo la pierna y sometido a decenas de operaciones. En otra ocasión, acabando en un hospital con un agujero en la espalda durante 9 meses. Cada vez que salía del hospital, pensaba en qué deporte hacer ahora o a qué competición apuntarse.

Lo que de verdad importa
La periodista de Ultima Hora Angie Ramon formula una pregunta a Toñejo Rodríguez.

Sin embargo, una de las cosas que ha puesto mayor énfasis ha sido en el equipo, explicando que ha sido «fundamental» en todo su camino. Toñejo nunca ha perdido el humor ni la alegría y una de las razones ha sido que nunca ha perdido la esperanza por nada. Y que más que discapacidad, lo que ha sentido es tener una gran capacidad para cumplir sus sueños sin que nada le frenase.