Ibán García del Blanco posa en una foto cedida para esta entrevista. | R.L.

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El eurodiputado del PSOE Ibán García del Blanco (León, 1977) participó directamente en las negociaciones que en diciembre permitieron aprobar la primera ley de inteligencia artificial completa del mundo. Este viernes la explica a las 18 horas en el Hotel Meliá Palma Bay.

¿Europa ha sabido evitar repetir el mismo error que cometió con la tardía regulación de Internet?
— Se ha aprendido de ese problema y se ha conseguido lo que pretendíamos: ser los primeros y marcar lo que será la dinámica mundial.

Muchos desconocerán la aprobación de la ley. ¿Cómo les protegerá?
— Tiene una vocación holística y está basada en prevenir usos inaceptables para nuestros principios que se pueden hacer con la IA, como el conocimiento biométrico en tiempo real; herramientas que aprovechen las vulnerabilidades de menores o personas con discapacidad o sistemas de reconocimiento de emociones en el ámbito educativo. También se centra en sectores delicados que ya están regulados, como el bancario y los seguros, e incide en la justicia, la sanidad y la educación, que requieren una especial prevención de riesgos.

La Guardia Civil ha identificado a más de 20 menores implicados en un montaje porno con IA en Mallorca. ¿Cómo actuará sobre estos casos?
— En España, este tipo de uso ya está prohibido por el Código Penal, pero la ley habla de obligar a los proveedores de la tecnología a poner marcas de agua y señalar ante los usuarios que ese producto está hecho por una IA. Esto entra en vigor en 12 meses y no en 2026, como otras partes de la norma. No se impedirá que se haga un uso fraudulento o criminal, pero sí prevenir daños. No se puede poner en el mercado una tecnología con ese efecto y que pueda ser usada con tanta facilidad por un menor. El ciudadano tendrá el derecho de saber que interactúa con una inteligencia artificial.

Dentro del grupo europarlamentario The Left, en el que está Podemos, critican que la norma antepone los intereses de las grandes tecnológicas a la protección ciudadana, como la privacidad.
— En la última votación, votaron a favor todos los grupos, aunque antes hubiera muchas enmiendas. Ha habido críticas de todo tipo, incluso la extrema derecha, que al principio no quería una regulación, se ha acabado sumando. Hay preocupación con la privacidad porque la IA choca con la    imagen y la dignidad. Ha implicado una grandísima negociación entre grupos y estados muy diversos.

Que las grandes corporaciones no hayan sido tan beligerantes me hace dudar de que no proteja tanto de sus intereses. ¿Se ha priorizado una versión laxa para tener algo ya?
— Yo lo he vivido de otra manera durante las negociaciones. Igual la presión se ha dado más sutilmente que otras veces porque ha sido un proceso muy largo, con miles de encuentros. No hay otra ley que haya sido tan dialogada en Europa como esta. Creo que es un texto equilibrado, aunque entiendo que puede recibir críticas por no ser suficiente completo en la sobreprotección de derechos fundamentales.

¿Cuál es el distintivo de la ley respecto a las que se comienzan a elaborar en otros países?
Es humanocéntrica, no tiene criterio economicista detrás. Trata de asegurar que los beneficios de la IA no atenten contra derechos básicos. Hemos conseguido que un espacio de casi 500 millones de personas tengan una normativa común.

La IA sustituirá miles de empleos, pero esta tecnología no te quitará el trabajo, lo hará quien sepa usarla.
— No se está prestando suficiente atención a este tema, aunque se empiece a abordar. Mucha gente se tendrá que reciclar porque vamos más hacia una transformación laboral que una sustitución, que también la habrá. ¿Qué haremos con esto? Si hay menos trabajadores para ciertos trabajos, habrá que pensar cómo recolocarlos y no dejarlos tirados. Estamos demasiado centrados en que Skynet (IA de la saga de películas Terminator) acabe destruyendo el mundo entero, lo cual no pasará.