Nicolau Cañellas, autor de la tesis doctoral, de más de 3.000 páginas. | Pilar Pellicer

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Nicolau Cañellas acaba de doctorarse en Historia en la UIB con la tesis Carruatges a Balears. Con motivo de este trabajo de más de 3.000 páginas y la información oral de unas 80 personas, Cañellas ha catalogado en la actualidad un total de 390 carruajes en el conjunto de las Islas con gran variedad de tipologías y estados de conservación.

El doctor explica: «Mi tesis tiene su origen en mi infancia, como paraíso perdido, cuando, hasta los años 60, en las calles no había coches aparcados, sino carros. En Baleares los había a miles, de muchos tipos. Unos eran modelos propios de las Islas y otros eran adaptaciones de modelos externos».

Cañellas señala que «encontramos carros documentados en Mallorca en el siglo XIV, con el carro de parell, con dos animales y ruedas sin radios -brèndoles, en catalán-, hasta que en el siglo XVIII apareció el carro català, que sirvió para el transporte de larga distancia. En Menorca y Eivissa no hay documentación sobre carros hasta el siglo XVI. El carro català tenía tres animales -caballos o mulas-, podía cargar hasta una tonelada y llevaba entoldado». El autor hace notar que «en el norte de África no había carros y para el transporte de mercancías se recurría habitualmente al camello, sin arrastres. De ahí que las calles norteafricanas sean tan estrechas. No están pensadas para el paso de carros».

Carruajes de Baleares
'Galereta', de cuatro ruedas y destinada al transporte de viajeros. Foto: NICOLAU CAÑELLAS.

La adaptación balear del carró català fue el carro de barrerons, con una longitud estándar de 1,60-1,80 metros en Mallorca, aunque cada isla desarrolló sus variantes. Así, apunta Nicolau Cañellas, «para el transporte de pasajeros encontramos el carretó de missa, de dos ruedas, y la galereta, de cuatro. En cualquier caso, es en el siglo XIX cuando se produce la explosión en el número y la variedad de carruajes. La economía es más productiva y dinámica, y necesita más transporte de carga, los ingenieros mejoran los caminos y empiezan a aparecer piezas prefabricadas, sobre todo metálicas, importadas desde la Península o Inglaterra».

Carruajes de Baleares
Carro destinado al transporte de carne del Ajuntament d'Andratx. Foto: NICOLAU CAÑELLAS.

En contra de lo que pudiera pensarse, la irrupción del tren no fue una competencia, sino todo lo contrario. Cañellas indica que «el tren significaba transportar más mercancías de ida y venida en las estaciones ferroviarias. Con el tren, tal vez ya no había tanto transporte en carro entre Pollença y Palma, pero sí se intensificaba entre Pollença e Inca, a donde llegaba el tren. Además, el tren no llegaba a toda Mallorca. Entre Andratx y Palma no había transporte ferroviario y, por tanto, había que seguir utilizando el carro. En definitiva, tren y carros se complementaban, aunque éstos competían en precio».

Para el doctor, «el auténtico enemigo de los carruajes fue el automóvil, que apareció a principios del siglo XX y rápidamente sustituyó a los carruajes, sobre todo a aquéllos destinados al transporte de viajeros y con un cierto lujo. Las clases más altas incorporaron el automóvil como gran novedad y signo de distinción. Más adelante, entre 1920 y 1925, se fue motorizando el transporte público de pasajeros. Hasta entonces, el transporte público de pasajeros en carruaje era cubierto normalmente por vehículos de cuatro animales y cuatro ruedas, con una capacidad para una docena de personas».
Cañellas añade que «de todos modos, con la Guerra Civil y la II Guerra Mundial los vehículos a motor fueron militarizados y había muy poca disponibilidad de combustible. Tampoco había neumáticos, por lo que los carruajes pudieron pervivir durante un tiempo.

Carruajes de Baleares
'Carro de barrerons', en el Pla de Sant Jordi (Palma). Foto: NICOLAU CAÑELLAS.

La construcción de los carros correspondía a los carpinteros en Mallorca y a los araders, los que fabricaban arados, en Menorca. Todavía viven carpinteros que han fabricado carros. En los años 60, los payeses eran el último bastión en el uso de carruajes, pero la evolución socioeconómica, con la llegada del turismo, llevó al abandono de buena parte de la actividad agraria. Los payeses que mantuvieron la actividad ya se plantearon la decisión estratégica de adquirir un tractor. En la actualidad, todavía vemos carros en porches y portasses, pero sus usos están más relacionados con el ocio».