Visita oficial en Palestina. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita el colegio femenino del campo de población refugiada palestina Jabal al-Hussein de UNRWA en Aman, Jordania, este martes, en la que fue su primera actividad en la gira por Oriente Próximo. | Borja Puig de la Bellacasa

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Ni las entidades propalestinas de Mallorca ni los grupos o personas a favor de la posición de Israel ven acertado el anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de declarar el Estado de Palestina antes de verano. Avisan de que no es nada nuevo, y la mayoría de los entrevistados lo ven como un «brindis al sol», mezclado con «desconocimiento» o «mala fe».

Una de las portavoces de Mallorca per Palestina, Maribel Alcázar, así lo cree: «La población debe recuperar su tierra histórica, y a partir de ahí proponer una convivencia en un país laico y aconfesional, que es lo que representaba el territorio en sus inicios. Los sionistas tienen un relato victimista, incluso la propia población judía (que no sionista) va en contra. ¿Dónde queda el derecho de la vuelta de los palestinos de la diáspora  (dispersión de judíos, que no de israelitas, exiliados de Palestina)? ¿Qué hace España manteniendo todavía convenios armamentísticos con Israel sin que haya ningún tipo de sanción?», se pregunta.

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Frederic Guillem, portavoz de Ciutadans per Palestina, va en la misma línea, y critica la postura de Sánchez: «El presidente, primero, debería lavarse las manos de sangre después de vender más de 40 millones de armas a Israel». Una de las posturas más efectivas, desde el punto de Guillem y el resto de entidades propalestinas, es «romper las relaciones diplomáticas y económicas» con el país. Por otro lado, que los palestinos recuperen su tierra sagrada con un referéndum de autodeterminación. En este contexto, no ven factible dos estados independientes. Se basan en los Acuerdos de Oslo, donde se planteó un acercamiento entre Palestina e Israel, para recordar que lo que tenía que ser una solución definitiva al conflicto «costó la vida del líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat».

Arieh Molina, presidente de la Comunidad Judía de Baleares, tiene una visión más conservadora pero que parte de un contexto histórico. Recuerda que «el Estado palestino ya fue creado en 1947, pero no se implementó en su momento, y fue reconocido independiente por Israel en 1988. La decisión de Sánchez me parece soberana, pero no es novedoso, sino más bien un brindis al sol. En todo caso, veremos si es una buena decisión ahora y si se puede llegar a declarar sin ninguna consecuencia». En su defensa, dos estados independientes sería una solución factible a fin de conseguir la paz. Miquel Segura, miembro de la comunidad judía, cree que Sánchez no conoce la situación de Oriente Medio, «algo sorprendente dado el elevado número de asesores que tiene. Esto es una guerra con Hamás –añade Segura–, y mientras se considere como una entidad o grupo que se sienta a negociar, no se podrá hacer nada, así que su discurso es inconsistente, lo hace por protagonismo». Sin embargo, apelaría a dos estados independientes como posible solución «si primero desapareciera el terrorismo».
Historiadores de la UIB como Pere Salas o Miguel Deyá no solo creen que el reconocimiento de España a Palestina tendrá poco efecto, sino que además «recomponer el mapa es muy difícil porque lo que se ve en esta guerra es voluntad de destruir al adversario, mutuamente», reflexiona Deyá. Ni pedir la desaparición de uno, ni la del otro, es una fórmula inteligente ni mucho menos acertada. Aunque, sin duda, consideran que es urgente «parar esta guerra». «Hay fuerzas que no quieren acabar. Lo más sensato sería, en este caso, llegar al statu quo que existía antes de la agresión terrorista contra Israel», menciona Deyá. El reconocimiento mutuo, incluyendo la de los países árabes de Israel, sería un paso firme, según sus puntos de vista, para recuperar la paz en el territorio.

El apunte

«Por muy injusta que fuera la ocupación israelí, no podemos pedir su eliminación»

Pere Salas, vicedecano de Historia de la UIB, es consciente de que a lo largo de la historia se han cometido muchos errores, y en el caso de Israel «por muy injusta que fuera su ocupación en Palestina, no podemos pedir su eliminación». Durante sus años investigando esta parte de la historia, ha leído a autores e intelectuales palestinos, de un sector más moderado, que en sus obras apuntaban ya a recuperar las negociaciones de la resolución 181, en 1947, que propuso la partición del territorio. «Ha habido varios momentos de reconocer a Palestina, como fue en los Acuerdos de Oslo, que deberían haberlo hecho y no se hicieron. El primer estado en reconocerlo fue Egipto, y parecía un apoyo, pero se rompió, en la Segunda Intifada. Hoy en día, el reconocimiento de ambos estados implica un esfuerzo enorme y de carácter simbólico, pero no el exterminio de nadie», dice.