Víctor Frau, en la perfumería Aures, empresa donde trabaja como fijo-discontinuo. | Pilar Pellicer

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Cerca de 8.000 personas en Baleares están a la espera de un diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición que afecta a unas cuatro mil personas actualmente. El problema recae en el colectivo adulto, que se siente desamparado del IB-Salut por no tener estas pruebas específicas y que, debido a eso, su diagnóstico suele llegar muy tarde.

El martes, día 2, se conmemora el Día Mundial del Autismo y desde la Asociación Asperger, así como otras entidades, llevan reivindicando desde hace tiempo más recursos para abarcar la demanda. En su caso, suman hasta 25 personas que en estos momentos esperan el resultado médico. Mantuvieron una reunión con la consellera de Salut, Manuela García, el pasado mes de enero, para proponer que la asociación pudiera atender a los diagnósticos de autismo para adultos. La idea fue rechazada argumentando que el IB-Salut responderá a la demanda una vez preparen a los profesionales. Son muchas las dificultades que tiene este colectivo, que no solo aparece en el Sistema de Salud, sino también en el mundo laboral.

Por eso nació recientemente una colaboración entre la Asociación Asperger –de las pocas en dar respuesta a personas diagnosticadas de autismo– y Esment. Este reportaje, con motivo del Día Mundial, pone el foco en la importancia de la formación para que las personas con autismo encuentren el trabajo que más se ajusta a sus necesidades. Lena Cobos, responsable del área de TEA de Esment, habla del programa específico InserTEA para aquellas personas con esta condición que necesitan apoyo para el empleo. «Les preparamos para una entrevista de trabajo, a planificarse, a buscar empleo, a organizar lo que quieren o cómo responder a ciertas situaciones», explica.

Una de las principales quejas que destaca es que la inserción de personas con TEA «es más baja que la de personas con discapacidad intelectual». Según datos facilitados por Esment, la tasa de desempleo en personas con trastorno está entre el 70 y 90 %, porcentajes «muy altos» en comparación al colectivo de personas con discapacidad intelectual. Por eso trabajan intensamente por «romper esta barrera» y visibilizar más la presencia de este colectivo en las empresas. A través del programa InserTEA, no solo los usuarios cuentan con un acompañamiento de profesionales, sino los propios trabajadores –futuros compañeros– también son preparados por Esment para aprender a trabajar con personas con autismo y así facilitar el trabajo en equipo.

Víctor, un caso ejemplar
A Víctor Frau, de 24 años, le cambió la vida desde que pidió ayuda a Esment para buscar trabajo. Cuando tenía cinco años, le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención sin Hiperactividad (TDA), y hace tan solo un año le dijeron que además tenía autismo en grado 1, algo que al principio «no lo aceptaba» pero cuando entró en Esment y tomó consciencia, aprendió a vivir con esta condición. «Si antes era depresivo, estaba reclutado en casa y era muy pesimista, ahora he mejorado mucho. Soy un Víctor al que le gusta su trabajo y tengo las cosas claras y cuáles son mis habilidades, en este caso el tener don de gentes», subraya.

Desde hace nueve meses, tiene un contrato fijo-discontinuo en la empresa de perfumerías Aures. Después de varios intentos fallidos en otros trabajos, esta vez dice que ha encajado a la perfección con el equipo y con sus responsabilidades. Ante los problemas que puedan surgir, menciona, «sé manejar la situación», a diferencia de otras personas con autismo donde la ansiedad es una de las principales reacciones en momentos de mucho estrés.

Sobre las oportunidades laborales para este colectivo, confiesa que «falta mucho trabajo por hacer desde las empresas, que entiendan cómo pensamos y cómo entendemos las dinámicas. Las personas con TEA tienen grandes habilidades, pero para saber cuáles son es importante que nos ayuden a identificarlas y explotarlas», sostiene.

En el caso de Víctor, que ha dicho que su punto fuerte es la comunicación, no ha tenido problemas sociales. Mantiene buenas amistades tanto de personas neurotípicas (sin el trastorno) como personas con TEA que conoció en la Asociación Asperger, de la que es miembro.

Con motivo del Día Mundial del Autismo, uno de los mensajes que lanza este joven es en relación al mundo laboral pero también a educar a los más pequeños sobre este colectivo: «Se necesita más conciencia para borrar el estigma hay en personas como yo, que en mi caso las sufro desde la niñez con insultos como «retrasado mental». Hay que saber que las personas con TEA tienen las mismas capacidades que el resto, por eso creo fundamental que nos brinden de oportunidades y demostrar así nuestra cualidades».