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Tras el éxito de 'Més Taaala que passes dretes! (1886-1970)', editado hace dos años, el historiador y escritor Rafel Bauçà Ginard ha publicado 'Colònia de Sant Jordi. Quan teníem pocs jocs, ni ganes de mirar lletres' (anys 1950-2000) con varios cientos de fotografías de gran valor histórico. El libro se presentará este sábado, 23 de marzo, a las 19 horas, en el Centre Cívic de la Colònia. Se puede encontrar en el propio domicilio del autor de la calle dels Pescadors, en la Librería Pemi y en Can Terrola.

«Tiene una cierta continuación con el anterior, sobre todo en aspectos históricos», indica Bauçà, quien resalta la nostalgia que siente hacia la Colònia de su infancia. «Aquello, con apenas 200 habitantes, sí era un paraíso. Con Lluís Mas, Pedro de sa Víuda, els Terroles, Joan des Dino y Domingo Fontirroig íbamos a jugar a fútbol en Es Pou d’en Verdera y, después, a nadar a las rocas de la Punta Volantina».

«Quería que este libro tuviera cierta independencia con respecto al primero. Faltaba un estudio geográfico porque solo había trabajado la historia oral, y hablar de ecología, clima, ordenación del territorio...», añade, quien fue durante años profesor de Historia en el instituto de Llucmajor.

«Me interesa transmitir una visión de la Colònia en cuanto al crecimiento turístico. Mejoramos económicamente, pero se resintieron las relaciones entre los vecinos y el estar más en contacto con la familia; pero también fue una época muy buena para la mujer. Además, mucha gente pudo trabajar y emanciparse».

Sobre los personajes de la época que más le impresionaron destaca a sus padres y tíos, al padrí Rafelet Bauzá, Paco Palles, Joan es Pilot, Lluís es Fuster... «Eran de admirar los marineros de los años 60 y 70 a los que veías arreglando las redes o en la cantina de la Lonja con sus boinas caladas, descalzos y con sus pantalones arremangados», explica.

Bauçà Ginard, de Cas Torrer, posiblemente la primera familia en habitar esta villa costera, incluye entrevistas con el arquitecto Antoni Alomar, quien proyectó la vanguardista iglesia ‘coloniera’, ideada para 800 feligreses y sufragada por la Fundación March; Jeronimus Borer, visionario suizo, promotor y director, entre 1967 y 2006, del Hotel Cabo Blanco; y Antònia Barceló, que durante 27 años dirigió, junto a su marido, el famoso bar Can Màxim.

Es precisamente esta mujer, de 83 años, la que rememora anécdotas sobre personalidades que visitaron su establecimiento. «Al juez Garzón le gustaba mucho el café que hacía. El ministro Solana desayunaba, comía y cenaba aquí, donde pasaba mucho tiempo del día. El tenista Boris Becker era una persona humilde que no ostentaba su popularidad». Finalmente, se acuerda del escritor Milan Kundera, autor de La insoportable levedad del ser. A finales de los años 90, cuando escribía La ignorancia, fue uno de los clientes, junto a su joven mujer, Vera. Se interesaron por el ‘prim’ que hacía Antònia, del que disfrutaron, al probarlo.

Otra anécdota la protagonizó, en el año 1986, el entonces presidente de la UD Colònia, Ramón Sevilla Gil, quien, en las salinas de sa Vall, agarró de las solapas al alcalde Miquel Rigo por incumplir su promesa de construir un campo de fútbol en la localidad. Hizo su efecto, pues, en 1987, el Ajuntament de ses Salines ya adquirió un solar en ses Ramones.