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Especialista en filología clásica con más de 20 años de experiencia en las aulas, Neus García, es una de las docentes de Baleares que vive día a día la agonía de la enseñanza clásica. El latín y el griego recobran protagonismo de la mano de los avances tecnológicos a nivel mundial, en cambio pierden presencia en los centros escolares de España, también en las Islas.

Baleares pierde estudiantes de las lenguas clásicas. ¿Desde cuándo ocurre?

− Desde hace tiempo. Con la implantación de la ESO el estudio del latín y el griego dejó de ser obligatorio en bachillerato y en cuarto de ESO, y el latín es ahora una optativa. Antes había un año obligatorio de latín y el griego era una optativa. Durante el gobierno de Aznar, volvió a promocionarse el latín en cuarto de esto, era una asignatura que estaba moribunda, pero obligó a que fuera de oferta obligada y en parte se recuperó.

¿Qué implica que una asignatura sea de oferta obligada?

Implica que es obligatorio ofrecer a los alumnos la posibilidad de estudiarla, aunque al final es una falacia, porque no siempre se hace. Si en el momento en el que les das información les dices que no elijan las lenguas clásicas porque no van a tener profesor, no eligen esas asignaturas. Eso pasa en Baleares y en otros sitios de España.

¿Cuántos estudiantes de griego tiene este año?

Empecé el curso con tres alumnos matriculados en primero de bachiller en griego que han cambiado de itinerario o han dejado los estudios. Ahora no tengo ninguno. En cambio este año tengo dos grupos de latín en cuarto de ESO. Quienes eligen economía tienen que hacer latín y eso me ha beneficiado.

¿Qué dice la normativa? Educació dice que no existe un ratio mínimo para formar una clase…

Somos profesores polivalentes, pero nos estamos encontrando que aún así hay una falta de profesores. Incluso hay alumnos que están estudiando latín en los institutos con un profesor online. Hablar de ratios es de nuevo una falacia, como la falacia del autoaprendizaje y la autoformación. La educación pública tiene que cumplir con una función social.

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¿Aún hay esperanza?

Sí. Este año por ejemplo tengo dos grupos de latín de cuarto de ESO que es algo que hace tiempo que no pasaba y dependemos mucho de cómo ligan las asignaturas las direcciones de los centros. Normalmente se hace por horarios y por disponibilidad de plantilla. Este año en mi instituto han ligado economía y latín. Yo digo que el latín es ‘la hermana fea de la economía’ y eso ha ayudado porque alumnos que quieren hacer economía tienen que coger también latín. El griego es el que está en peor situación. Desaparece por las baremaciones. Antes daba puntos en muchas más carreras. Vivimos en un mundo en el que si algo no resulta útil se deja de lado, hablamos de utilidad mal entendida. Ahora a los alumnos se les intenta encarrilar desde pequeños de manera que solo ven útil (y no es culpa de los niños) lo que te da una posibilidad inmediata y eso a la literatura universal y otras asignaturas pequeñas les perjudica.

¿Qué coste tendría la desaparición del griego y el latín para la sociedad?

La sociedad ya no sabe lo que pierde. Algo desaparece cuando deja de nombrarse, dejamos de ser el Bachillerato de Humanidades para formar parte del Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales, Bachillerato al que ya todo el mundo alude como Bachillerato de Sociales (para abreviar).

¿Hay demasiado donde elegir o poco entre lo que elegir?

El hecho de multiplicar el número de optativas en ESO (que tienen que repartirse entre el mismo número de alumnos de un centro) provoca dos efectos, el primero es la falsa percepción de que cada uno puede hacer lo que realmente le motive, cuando todos sabemos que los centros escolares no tienen la dotación de profesores necesarios para impartir todas esas materias. El segundo es que siempre salen favorecidas las materias que están de moda en cada momento (informática, programación, emprendimiento..) y salen perjudicadas las materias «criminalizadas» como poco útiles: cultura clásica, plástica, latín, griego, música…

¿Quién y cómo decide qué es util?

Esa es la cuestión. ¿Qué queremos decir con útil? ¿Conocer a Tucídides no es útil? Que se lo pregunten a los estrategas del pentágono americano. ¿Conocer a Cicerón no es útil? Que alguien revise los discursos de Barack Obama. ¿Leer a Safo no es útil? ¡Qué alguien me lo demuestre! Estudiar latín, griego o cultura clásica no te convierten ‘per se’ en mejor persona, ni en alguien más justo ni más crítico con el mundo, sería presuntuoso pretenderlo, pero te quita excusas para no intentar serlo. ¿Y quien tiene todos estos conocimientos? Las élites. Se los hurtan a los futuros ciudadanos y ciudadanas que vivirán bajo esas élites, es decir, a nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas.

¿Ha olvidado la educación su compromiso público?

La educación pública tiene que ofrecer a todos las mismas oportunidades, tanto si son muchos como si son pocos; el hecho de establecer un número mínimo para poder impartir una asignatura provoca desigualdades y arrincona a los alumnos que tienen intereses diferentes de los que imperan en el momento. La élite nos hace creer que la masa no necesita saber las cosas de las que disfruta como élite.