La ex consellera d’Hisenda i Funció Pública, Pilar Bonet, homenajea a uno de los veteranos que ese día fue distinguido por el Consell. | Jordi Vila

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La investigación por el supuesto desfalco millonario en el que se ha visto involucrada Pilar Bonet, la exconsellera d’Hisenda i Funció Pública del Consell obligada a dimitir tras saltar el escándalo, se ha ampliado a un círculo de allegados de la expolítica, que podrían haberle ayudado a desviar el dinero.

El caso, adelantado en exclusiva por Ultima Hora, acabará en breve en los juzgados. Desde el primer momento se detectó que los movimientos bancarios desde distintas cuentas no se limitaban a Bonet, por lo que el foco se ha puesto ahora en esta personas, que serían muy próximas a la acusada.

Un detalle que ha llamado mucho la atención es que la exregidora del Ajuntament de Llucmajor realizaba supuestamente compras casi compulsivas, la mayoría de ellas en internet: «Le llegaban paquetes diarios al trabajo, era algo que no era normal», ha contado uno de sus excompañeros de trabajo. Otro de ellos ha explicado: «No llevaba un coche espectacular, pero si no compraba algo cada día parecía que le iba a dar algo. Era como una adicción».

Sin embargo, sus conocidos pensaron que al haber estado contratada en el Ajuntament, como concejal, y compaginar el trabajo con su cargo de siempre en una empresa privada, «podía permitirse llevar este tren de vida». Luego, cuando fue nombrada consellera, continuó con su afición desmesurada por las compras.

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Buena profesional

Pese a todo, sus compañeros insisten en que era «una buena profesional que entendía mucho de números y contabilidad. Pensábamos que era una suerte contar con una especie de economista para que llevara el área de Hacienda, que siempre es muy complicada».

El jueves por la mañana, los responsables del Govern y el Consell fueron alertados de que Pilar Bonet aparecía involucrada en un supuesto desfalco millonario, que en un primer momento alcanzaba los dos millones de euros. Luego, esa cantidad se ha ido ampliando y podría superar los seis millones. Tras el pleno, el propio Llorenç Galmés, presidente del Consell, citó en su despacho a la todavía consellera y le comunicó que había perdido la confianza en ella después de ciertas informaciones que habían llegado a su poder. El político le explicó que no estaba autorizado a detallar esas imputaciones y Bonet entendió que debía presentar su dimisión inmediata, alegando oficialmente «motivos personales».

A continuación, la sospechosa del fraude acudió al departamento de Recursos Humanos para hacer efectiva su renuncia al cargo de consellera d’Hisenda i Funció Pública. El viernes, el Consell emitió un comunicado a los medios de comunicación en el que anunciaba la dimisión de Bonet y el nombramiento, en su lugar, del veterano Rafel Bosch. Una vez que este periódico destapó el escándalo, el propio Galmés reconoció que: «Ojalá lo hubiera sabido antes». En cualquier caso, la reacción del Consell fue fulminante. La institución celebra esta mañana un pleno extraordinario para darse por enterada de la renuncia.

Tanto desde el Ajuntament de Llucmajor, donde fue regidora d’Hisenda, como en el Consell, ven muy poco probable que las arcas públicas hayan podido sufrir algún tipo de malversación: «Hoy en día, en los organismos públicos, los filtros y controles son enormes, ya no es como antes. Es casi imposible que se pueda desviar dinero sin que nadie se dé cuenta».