Imagen de archivo de okupas en Son Güells. | Alejandro Sepúlveda

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Cinco de cada 100 pisos se venden en Mallorca con okupas dentro y en los portales inmobiliarios de entidades financieras una de cada dos viviendas que se comercializan están okupadas. Es una tendencia al alza en la Isla. Se ofertan como ‘gangas’ con un descuento de hasta un 75 % sobre el valor del mercado.

La imposibilidad jurídica de desalojar a familias vulnerables al menos hasta finales de año (en el marco del plan de medidas para paliar los efectos de la crisis económica y de la inflación) provoca que cada vez más propietarios particulares se sumen a un modelo de negocio (la venta de propiedades con okupas) que llevan tiempo practicando las inmobiliarias participadas por los bancos, sociedades, la AREB y los fondos de aportaciones financieras.

Si hablamos de los compradores habituales de viviendas okupadas, también hay un cambio de perfil. Antes eran principalmente fondos y sociedades inversoras. Ahora cada vez hay más particulares. Incluso hay casos de okupas que acaban comprando una casa okupada. Así lo explica Natalia Bueno, vicepresidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Baleares (APIs).

Una de cada dos viviendas en venta en los portales de entidades financieras están okupadas.

«Los clientes son inversores y también particulares, en Son Gotleu incluso puedes vender a los mismos okupas. Hay okupas de perfiles muy diferentes. Algunos tienen trabajo y pueden acceder al mercado hipotecario. Otros particulares que adquieren este tipo de vivienda son personas del barrio que compran, porque entre los del barrio se respetan, y acaban negociando acuerdos para que los okupas se vayan», dice la vicepresidenta de los APIs.

El fenómeno se da prácticamente en toda la geografía de la Isla, pero especialmente en Palma, Inca y Manacor. Se pueden encontrar propiedades a partir de 40.000 euros, incluso algunas pueden llegar a superar el millón de euros. «El precio depende del criterio del titular de la vivienda, de los metros cuadrados y de la localización. También suele variar en función de si se ha iniciado o no el procedimiento de desahucio. En muchos casos los descuentos llegan al 75 % porque el comprador tiene la incertidumbre de no saber en qué condiciones se va a encontrar la vivienda, que no puede visitar en el momento de la compra», relata la experta.

En este tipo de transmisiones de bienes inmuebles hay un factor clave. Comprar una vivienda con okupas permite escriturar por el valor real de la vivienda, no por el valor de la referencia catastral que es el valor mínimo fiscal. Para hacerlo es imprescindible que en el momento de la compra el procedimiento judicial de desahucio esté en marcha. «Antes de la aparición de los valores de referencia es algo que no se permitía. Yo recuerdo un caso en el que vendí una propiedad con okupas a un cliente al que a los cuatro años le llegó la complementaria de Hacienda y no se lo condenaron», explica Bueno.

El comprador debe disponer además de liquidez, porque en la compra de inmuebles okupados no cabe la financiación. Es complicado conseguir que el banco apruebe la hipoteca por un precio inferior al valor que figura en el registro de la propiedad. La mayoría de particulares que compran disponen de ahorros. Algunos los complementan con un crédito personal.

En todos los casos hablamos de adquisiciones ‘a ciegas’ en las que por ley hay que advertir al comprador de que se trata de un piso con okupas. Las fotos que muestran las inmobiliarias o las páginas de los fondos participados por bancos, avisan además de que los inmuebles no se pueden visitar durante el proceso y de que no pueden garantizar que el estado de la propiedad se corresponda con el que ven en las imágenes. Hay muchos tipos de okupas, si hay suerte la propiedad estará en buen estado, pero no siempre es así. Los narcopisos suelen estar completamente destrozados. «Ante ese riesgo no cabe otra que depreciar el valor y no cabe otra que disponer de ahorros», concluye la experta.