Un obrero trabajando en un edificio plurifamiliar de Menorca. | Gemma Andreu

TW
28

La crisis en el Mar Rojo, enmarcada en el conflicto entre Israel y Palestina, está generando perturbaciones en la cadena de suministros que ya notan numerosas empresas de determinados sectores. Entre estas, las de Balears, especialmente las vinculadas a los sectores de la industria y la construcción. El enfrentamiento que mantienen EE.UU. y Reino Unido con los rebeldes hutíes de Yemen está causando problemas en el abastecimiento traducidos en una dilatación de los envíos y, previsiblemente, de los precios en los próximos meses.

La situación recuerda a la vivida en los últimos años, primero con la pandemia y después con la guerra de Ucrania. En este caso, la mayoría de las empresas afectadas entonces están conteniendo el golpe gracias precisamente a la planificación que conlleva la experiencia. Ese el caso del sector náutico, algo mejor parapetado que hace dos años en ese sentido.

Así lo explica el presidente de la Asociación de Empresas Náuticas de Balears (AENIB), Jaume Vaquer, quien asegura que la mayor parte de las empresas ha optado por curarse en salud y mantener estocaje en sus propios almacenes. «Hace tres años todo el mundo trabajaba con los almacenes del proveedor precisamente para ahorrarse esos costes, pero ahora guardan las existencias en casa por lo que pueda pasar: todos recuerdan lo que ocurrido en estos últimos años», señala Vaquer para añadir que, en todo caso, ya se están doblando los plazos de entrega por lo que respecta a los suministros procedentes de Asia: «Hemos pasado de tres a seis semanas de espera».

Por el momento, recurrir al almacenamiento particular, insiste, está suavizando los efectos de la situación. Además, «lo de hace años fue un parón en seco, mientras que el actual está siendo más progresivo, por lo que la gente está teniendo más tiempo para organizarse». Otra cosa será si el contexto actual se prolonga demasiado en el tiempo.

Noticias relacionadas

Desde la Asociación de Constructores de Balears, señalan que «el conflicto en el Canal de Suez preocupa y habrá que estar atentos a su evolución». Así, señalan que el sector han cambiado su operativa a raíz de la COVID y de la guerra de Ucrania «debido a que los almacenes de materiales ya no trabajan con un stock importante en general: las constructoras operan ahora en base a la previsión y anticipación de sus pedidos». Asimismo, recuerdan que el sector ya ha sufrido «vertiginosos» incrementos del precio de los materiales que, en su mayor parte, no han sido compensados, por lo que han sido las propias empresas las que han tenido que asumir esos sobrecostes.

El probable encarecimiento de los suministros es otra inquietud ligada a los retrasos. Miquel Àngel Salvà, vicepresidente de la Federación de la Pequeña y Mediana Empresa (PIMEM), señala que en sectores como el industrial, el textil o auxiliares de construcción ya se manejan previsiones de un encarecimiento de entre el 7 % y el 15 % de los envíos.

«Las empresas ya habían estado haciendo acopio de material, pero cuando se acabe habrá un problema, al que se añadirá el de un incremento de los precios sobre el que los proveedores ya nos están avisando». En el caso de las empresas de estos sectores, explica que se ha pasado de mes y medio o dos meses de plazo en los envíos a casi tres meses. «El textil es el más preocupante ahora mismo», apostilla.

Gobiernos autonómicos como el del País Vasco o de la Comunitat Valenciana han advertido de las repercusiones que la crisis puede tener en la cadena de suministros en los próximos meses. Desde la Agrupación Empresarial del Servicio Discrecional de Mercancías de Baleares, su presidente, Ezequiel Horrach, afirma que «todavía es pronto» para notar un gran impacto de la crisis del Mar Rojo.

En ese sentido, coincide con el resto de empresarios baleares consultados en que la planificación y el aprovisionamiento previos están resultando claves para minimizar los efectos de los retrasos que se están produciendo a día de hoy. Por otro lado, Horrach se muestra confiado en que el conflicto no se enquiste y la situación se resuelva antes del inicio de la temporada turística, ya que, en caso contrario, «nos encontraríamos con un buen problema».