La bandera roja ondea en la playa de Palma por un vertido de aguas sucias. | M. À. Cañellas

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Arranca 2024 con la mirada puesta en los efectos del cambio climático, cada vez más tangibles en Baleares. Los acuíferos y embalses de Mallorca están al 40 % y 30 % de su capacidad respectivamente y las desaladoras siguen funcionando en pleno invierno con el objetivo de preservar al máximo los recursos hídricos naturales para cuando llegue la temporada alta turística. El cambio de modelo en la gestión del agua en Mallorca viene marcado por los embistes del calentamiento global que disminuye la pluviometría e incrementa a la vez la frecuencia de lluvias torrenciales. La dirección general de Recursos Hídrics del Govern, con Joan Calafat a los mandos, convocará este mes de enero a los ayuntamientos y empresas suministradoras para, de la manera más consensuada posible, fijar un rumbo común a seguir.

La construcción de nuevas plantas desaladoras, la reducción de las fugas en las redes de abastecimiento y la posibilidad de establecer por primera vez una tarifa unificada de consumo de agua para cada Isla son algunas de las cuestiones que se pondrán sobre la mesa. «Abaqua ha estado vendiendo el agua desalada por debajo de su precio real de coste y la situación es insostenible», dice Calafat. El suministro de agua potable y la depuración de las aguas sucias son dos cuestiones básicas para una isla que sigue aumentando población año a año a la par que aumenta el número de turistas que la visitan.

«Es verdad que hay instrumentos de planificación como el Plan Hidrológico y el Plan de Sequías, pero lo cierto es que nos preocupan la falta de agua y la conservación de los humedales. Habrá que poner todas las alarmas porque es una cuestión que viene vinculada a la crisis climática y la urgencia climática», dice Margalida Ramis, portavoz del GOB.

Avisa de que el nuevo Decreto ley de vivienda del Govern «tendrá una afectación directa sobre los planeamientos municipales, pero también repercutirá en los servicios y equipamientos públicos. Si se incrementan las plazas residenciales, también se incrementará la población, el consumo del agua y el caudal que llega a las depuradoras», añade.

«Es imprescindible adaptarse a los escenarios del cambio climático y el GOB estará ahí para pedir que se retiren las concesiones de construcciones que amenazan a nuestras costas. Llevamos tiempo empujando para que se quiten aquellos chiringuitos que aún funcionan con concesiones que caducaron en 2018, pero algunas de ellos continúan con prórrogas. Además sigue habiendo chiringuitos que funcionan con concesiones caducadas, es el caso del Bungallow y sabemos que habrá más. Necesitamos retirar infraestructuras de primera línea y repensar los entornos con paseos en la primera línea de mar», dice la portavoz del GOB.

La Conselleria de Medi Ambient anuncia que apostará en 2024 por políticas de conservación de espacios naturales impulsando la gestión compartida público privada, algo que preocupa al GOB. «La población ha de poder disfrutar de todos los espacios naturales protegidos y parques naturales que hay en Baleares. Se ha de adaptar la actividad de estos espacios al mundo actual y buscar nuevas fórmulas», dice la Conselleria de Medi Ambient que dirige Joan Simonet.

Entre los retos del Govern para 2024 está la revisión de los Planes de Ordenación de Recursos Naturales de Baleares. Nueve de los cuatro planes de ordenación vigentes son anteriores al año 2023 y de en los 13 espacios de más protección de las Islas solo está vigente el Plan rector de Uso del parque Nacional de Cabrera. Cuatro más están pendientes de revisión y ocho no disponen de ningún plan rectos de usos.

Al cierre de un año con cifras récord de población y de masificación turística disponer de instrumentos que regulen los usos permitidos en los espacios naturales de Baleares es más necesario que nunca. Medi Ambient apuesta por implicar al sector privado en la gestión forestal pública. «Se ha de fomentar la rentabilidad de las empresas del sector forestal y potenciar el uso de la biomasa», dicen fuentes de Medi Ambient.

En cambio al GOB le preocupa especialmente «que determinados lobbies hagan negocio con los espacios naturales, como los cazadores». «Habrá que estar atentos y compensar este peso», añade

En materia energética al GOB vigilará especialmente en 2024 la construcción de parques fotovoltaicos en suelo rústico de Mallorca y avisa que estará atento para que de una vez por todas el Consell de Mallorca apruebe una zonificación que impida que el suelo rústico se convierta en polígonos industriales fotovoltaicos. Trabajará en colaboración con otras entidades conservacionistas en el marco de la plataforma ‘Renovables sí, pero així no’.

El GOB augura que la masificación turística, los cruceros y la saturación de playas seguirán siendo protagonistas en 2024. «Incidiremos en la necesidad de un cambio de modelo hacia una transición ecosocial», dice Margalida Ramis.

El mar balear

Marilles es una de las entidades de las Islas que más trabajan por la mejora de la calidad del agua del mar. Raquel Vaquer Sunyer es la coordinadora del Informe balear sobre la calidad del agua. «Los grandes retos para el año 2024 son conseguir una pesca sostenible y acabar con la pesca ilegal (profesional y recreativa), ampliar el número de áreas marinas protegidas, mejorar la protección de hábitats y especies y la calidad del agua. «Hemos visto un empeoramiento gradual de la calidad del agua avalado por los bioindicadores que se analizan en Recursos Hídricos que permiten hacer un diagnóstico bastante robusto», avisa Raquel Vaquer.

Marilles trabajará para frenar el deterioro e intentar a partir de ahí mejorar la calidad del agua. «Hay que mejorar el sistema de alcantarillado que tiene numerosas pérdidas que provocan que el agua sin depurar se vaya infiltrando en las zonas costeras. Sabemos que el agua que llega a las plantas depuradoras tiene bastante sal y eso demuestra que entra agua de mar», dice la experta. Por eso considera básico «mejorar el alcantarillado en la primera línea de costa».

Es una preocupación que comparte el director general de Recursos Hídricos, Joan Calafat. «Hay que separar las aguas pluviales de las aguas residuales que están sin separar en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades», dice. Desde su punto de vista «hace falta un plan de infraestructuras con una visión global, tenemos proyectos de depuración de mucha entidad parados porque hay que atravesar un finca».

La construcción de nuevos tanques de tormenta (como el de Palma) puede aliviar a las depuradoras en episodios de fuertes lluvias y evitar vertidos indeseados. Marilles pide además a la administración que tome las medidas necesarias para evitar que siga habiendo en zonas costeras viviendas que no están conectadas al alcantarillado, es una de las asignaturas pendientes. No se puede obviar que el origen de los vertidos de aguas sucias al mar se produce en muchas ocasiones en aguas marítimas. «La mayoría de puertos y clubes náuticos no tienen un buen servicio de aguas sucias y muchos barcos acaban vertiendo al mar, es algo que tendría que estar regulado, vigilado y penalizado», explica Raquel Vaquer.

De hecho sabemos que Baleares es la comunidad autónoma con más matriculaciones de embarcaciones. La calidad del agua está empeorando, en gran parte a la presión humana turística y náutica y la falta regulación del espacio marino. Las rayas y los tiburones son los grupos con más especies amenazadas, porque su ciclo de vida es muy largo. Necesitan muchos años para reproducirse). También se cree que ha habido disminución de signátidos como la aguja o los caballitos de mar que habitan en bahías poco profundas.

En opinión de la experta «falta mucha pedagogía». Las toallitas arrojadas al váter siguen provocando roturas de tuberías a diario. En algunas alcantarilla de Palma puede leerse ‘El mar empieza aquí’ pero es sorprendente ver lo que los humanos pueden llegar a tirar al váter. Ha habido casos de sujetadores que han provocado averías en las redes de depuración.

La Fundación Marilles ha impulsado el llamado Pacte Blau Balear que incluye cinco medidas para mejorar la calidad de nuestro mar: Ampliar y mejorar áreas marinas, la pesca sostenible, la calidad del agua, la protección de los hábitats y especies y que quiere conseguir que un 1 % de los presupuestos se dedique a la conservación marina. «El pacto tiene un respaldo amplio de la sociedad, lo han firmado hoteleros y constructores y en el Parlament también se aprobó, ahora hay que ver que se cumpla», dice la experta.