Los usuarios del IMAS bailando el reto de la Conga. | IMAS

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Los usuarios de los servicios de promoción de la autonomía personal del IMAS en Petra y Puigpunyent y de las Llars de Manacor, Felanitx y la Avenida de Argentina en Palma, esperan la Navidad con la ilusión de la infancia gracias a un proyecto de colaboración con los alumnos del colegio San Vicente de Paul de Palma.

Los alumnos han regalado a los centros de atención a personas mayores unos calendarios de adviento personalizados con los que les lanzan un reto diario. Bailar la conga, abrazar a diez personas, llamar a alguien que quieras, darte un capricho, inventar juntos un villancico… son algunas de las actividades que los abuelos realizan cada mañana en la cuenta atrás para celebrar la Navidad. «Tienen a nuestros usuarios enganchados», explica Katia Fernández Mas, responsable del Servicio de Promoción de la Autonomía de los centros de Can Real en Petra y Son Brull en Puigpunyent.

Cada bolsa corresponde a un día y oculta un reto ideado por los niños.

La colaboración entre la escuela y los centros del IMAS nació en la pandemia para concienciar a los niños y jóvenes sobre los riesgos de contagio y acompañar en la soledad a las personas mayores aisladas. Personal de la residencia en la que permanecían los internos positivos del IMAS, dio una serie de charlas informativas a los alumnos de enseñanza obligatoria. «Le poníamos el EPI a un alumno y aguantaba con él durante toda la charla para que supieran bien en qué condiciones trabajábamos», explica Katia Fernández.

Fue entonces cuando los alumnos de San Vicente de Paul comenzaron a elaborar decoraciones para los abuelos usuarios del IMAS. Los estudiantes más mayores empezaron también a cartearse con ellos. El proyecto intergeneracional da este 2023 una vuelta de tuerca para devolver por Navidad a la memoria de los abuelos sus experiencias infantiles.

«Ha sido divertido pensar los retos y nos mandan videos haciéndolos, nos gusta que les haya gustado», dice Nora Calafey, alumna de 8 años del colegio San Vicente de Paul. «Yo escribí escuchar tu villancico favorito, el mío es el de las campanas», añade. Ya ha visto alguno de los videos con los retos que les han mandado los ancianos. Entre los ‘más locos’ está el de bailar la conga, o jugar al bingo y el que gane que se coma un bombón de chocolate. «Hay muchos más, uno para cada día de diciembre y también hay un día que les pedimos que hagan un video dedicado a nosotros», dice entre risitas Nora.

Tarjeta con el reto diario de uno de los calendarios de adviento.

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Al otro lado de este experimento intergeneracional navideño encontramos a Margalida Rosselló. A sus 79 años es una de las usuarias veteranas de de los servicios de promoción de la autonomía personal del IMAS. «Yo llevo trece o catorce años en el centro. Lo del calendario de adviento está muy bien, es algo entretenido, cambias y ya no haces lo de siempre. Lo vemos como algo muy distinto a lo que solemos hacer cada día y a la vez el bueno contactar con ellos y compararnos porque nos recuerda a aquél tiempo de la infancia. Vuelves a atrás y te fijas en aquellas alegrías porque no conviene ver solo las quejas y las cosas que no funcionan», dice.

«Los niños nos han pedido bailar la conga, un abrazo en grupo, hacer una llamada amorosa y comer golosinas como los críos... Hay que envejecer dignamente. Muchos tenemos la suerte de ser autónomos y queremos mejorar y que nos ayuden a mejoran. Los niños nos aportan mucho», añade.

Katya Fernández, responsable del Servicio de Promoción de la Autonomía de Can Real en Petra y Son Brull en Puigpunyent, explica que sus usuarios son personas mayores no dependientes, que mayoritariamente viven solas. «Nos centramos en el mantenimiento físico y cognitivo como pilares del envejecimiento activo y, aunque durante la pandemia tuvimos que cerrar y cuando reabrimos tuvimos muchas bajas, desde finales de 2022 y en este año 2023 hemos duplicado el número de usuarios en los dos centros y ya rozamos los 100 en Petra y los 80 o 90 en Puigpunyent».

Ambos centros guardan una «muy buena relación con las asociaciones de tercera edad», dice Fernández. «Somos servicios técnicos específicos pero la parte más lúdica, sigue siendo responsabilidad de las asociaciones de gente mayor. Funcionamos como servicios que nos complementamos». Añade.

Aurora Fernández, directora pedagógica del colegio San Vicente de Paul, explica que el intercambio generacional es ya un proyecto más del centro. «Cada año lo evaluamos y hacemos diferentes propuestas. Verlos a ellos nos encanta, también poder ayudar». Precisamente el semana próxima, el martes 19 de diciembre, la escuela celebra su tradicional mercadillo solidario para recaudar alimentos que luego donan a Cáritas. Es un proyecto en el que también colaboran los alumnos y los usuarios del IMAS. «Los ancianos nos han hecho manualidades para vender, unas mantas de ganchillo preciosas, adornos, calendarios de tela…», dice.

En los próximos trimestres los alumnos y los usuarios del IMAS trabajarán de nuevo en colaboración el cuidado personal. «Niños y ancianos escribirán cómo se cuidan y quieren a sí mismos y cómo cuidan y quieren a los demás y en el tercer trimestre pasan un día juntos. Este año haremos una exposición. Se crean sinergias muy bonitas porque les recuerda lo que era importante con 9 o 10 años y los niños ven cómo cambia la importancia a medida que vas creciendo», dice Katya Fernández.