Escaño vacío en el que se sentaba el diputado Llorenç Córdoba. | Teresa Ayuga

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El Parlament amenaza con volver a los infaustos años de Carlos Ricci y Jaume Peralta, dos tránsfugas de libro en los que se apoyó el PP de Gabriel Cañellas para conseguir el diputado que le faltaba para la mayoría absoluta. A la espera de que Llorenç Córdoba mueva ficha, vuelva al Parlament y ocupe ese nuevo escaño que le aleja del PP, podemos volver a vivir una legislatura dominada por el poder de los tránsfugas: el de Vox que dejó el partido pero se quedó el escaño y el de este diputado de Formentera al que el partido ha dejado por oscuras razones económicas, pero que seguirá en su escaño, si es que vuelve al Parlament.

Si Córdoba vota con la izquierda, gana la izquierda 26 a 25. Si Xisco Cardona apoya a Marga Prohens, como ha venido haciendo hasta ahora, habrá empate a 26 a izquierda y derecha. En manos de dos tránsfugas imprevisibles en cada votación, quien siempre ganará será Vox, que es quien da y quita las mayorías. El equilibrio parlamentario ha sufrido un vuelvo y el Govern de Prohens es ahora más débil que hace unos días.

No obstante, a la espera de ver cómo va la legislatura y qué pasa la semana que viene con esos dos tránsfugas y con Vox, la presidenta tiene en sus manos el botón nuclear que puede hacer saltar por los aires la legislatura: una convocatoria anticipada de elecciones. Incluso antes podría presentar una cuestión de confianza y ver si, tras el órdago de Vox, hay o no hay buenas cartas, pero aquí deberá tener en cuenta otro factor que hace que esta legislatura no se parezca a casi ninguna de las que hemos visto. A Vox no le interesan elecciones, ¿pero realmente controla la dirección nacional de Vox el voto de sus diputados en Balears?