Joan Mayol muestra un ejemplar del libro. | Jaume Morey

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El biólogo Joan Mayol, jubilado como jefe del Servei de Protecció d’Espècies del Govern (también es presidente de la Denominació d’Origen Oli de Mallorca), ha traducido al catalán Les petites îles de la méditerranée occidentale, una obra de la Iniatitive pour les Petites Îles de Méditerranée (PIM), una organización nacida en Francia con vocación internacional de protección de las islas del Mare Nostrum habitadas por alguna especie terrestre y de menos de mil hectáreas, aunque ésta es una medida flexible.

Mayol, que participa como autor en algunos artículos del libro y ha reforzado los aspectos referentes a Baleares, explica que «PIM es una organización privada que reúne a científicos, gestores de pequeñas islas y personas interesadas. Bajo la coordinación de Brigitte Marin, este libro -con el título en catalán de Les petites illes de la Meditarrània occidental. Història, Cultura i Societats- trata los aspectos humanos, sobre todo históricos, que han incidido en estas pequeñas islas mediterraneas».

El traductor destaca que «el hombre siempre ha aprovechado la naturaleza de estos espacios, donde encontramos todo tipo de usos, desde la pesca hasta el turismo actual, pasando por los enterramientos, los rituales religiosos, la construcción de faros o la extracción de sal de los cocons. Otros usos han sido más dramáticos, como el destierro o la prisión. Baste recordar los presos franceses de Cabrera, aunque esta isla es una de las excepciones, pues supera las mil hectáreas. Por otro lado, la Illa del Rei, en Menorca, tuvo un uso sanitario durante dos siglos a partir del hospital construido por los británicos en el XVIII».

Los aprovechamientos económicos eran difíciles en unas islas pequeñas que no ofrecen las mejores condiciones naturales, pero Joan Mayol señala que «en s’Espalmador de Formentera hubo una familia de agricultores hasta después de la Guerra Civil. En Cabrera había viñas. En Eivissa, podemos destacar es Vedrà, donde se hacía carbón de mata; s’Espartar, cuyo nombre responde a que allí se hacía esparto; y la Illeta de Cala Salada, que fue poblada con conejos. Era habitual hasta cierto punto usar las pequeñas islas como corrales o lugares para el ganado. En el siglo XX, antes de la llegada del turismo, un aprovechamiento muy frecuente fue el del contrabando».

En el volumen podemos encontrar numerosas referencias a Baleares, que se remontan a la Prehistoria: el Illot de sa Galera (frente a can Pastilla), el uso funerario en el Illot dels Porros, las ocupaciones cartaginesa y romana, los monjes de Cabrera, la creación del propio Parc Nacional de Cabrera, el cementerio del Illot dels Frares (en la Colònia de Sant Jordi), las atalayas y los faros en los islotes, las leyendas de es Vedrà o las experiencias y descripciones del Arxiduc.

El libro, editado por la Direcció General de Política Universitària i Recerca, será presentado este martes en la sede de la Autoritat Portuària a las 19.30 horas. Junto al autor, estarán presentes el filólogo Cosme Aguiló y Francesc Maura. Es la primera vez que Mayol ejerce de traductor, aunque no le ha resultado difícil, «pues el francés es mi tercera lengua».