El equipo técnico del IRFAB muestra algunos ejemplares del banco de semillas. | Teresa Ayuga

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Las variedades de cereales, frutales y hortalizas propias de Baleares se han convertido en un gran reclamo para los investigadores de fuera de las Islas por su resistencia a las altas temperaturas. La agrobiodiversidad local resulta clave para la supervivencia del sector de la payesía ante el avance del cambio climático. Los más afectados son los frutales, como el cerezo, que requieren frío para su floración.

El Institut de Recerca i Formació Agroalimentaria i Pesquera de les Illes Balears (IRFAP), dependiente del Govern, trabaja en la conservación de las especies hortofrutícolas propias de Baleares con el objetivo de evitar la pérdida de diversidad genética. Acaba de iniciar un proyecto de investigación en colaboración con un centro genético de Zaragoza que busca variedades de cerezos capaces de dar fruto sin necesidad de temperaturas bajas.

Carme Garau Taberner es la jefa de Producción vegetal del IRFAP. Dispone de un banco de semillas de hortícolas, cereales y leguminosas así como de una colección de frutales en campo. «Trabajamos en el mantenimiento y conservación de las variedades propias pero también llevamos a cabo investigaciones. El nuestro es por una parte un trabajo de experimentación, descripción morfológica, argonómica y de cualidades y por otra parte de investigación genética en colaboración con otros centros», explica Garau Taberner. «Las variedades propias de las Islas han visto disparado su atractivo entre los investigadores de fuera de las Baleares debido a su mayor resistencia a las altas temperaturas», añade.

El IRFAB custodia en estos momentos en sus bancos de semillas 329 entradas, 28 especies y 35 variedades de hortícolas y 103 entradas, tres especies y 33 variedades de cereales. Cuenta además con colecciones frutales ‘in vivo’ en Sa Granja (Palma), Son Real (Santa Margalida), Planícia (Banyalbufar) y Raixa (Bunyola). Entre todas reúnen 2.093 ejemplares, 14 especies y 381 variedades de almendro, higuera, vid, algarrobo, cerezo, manzano, peral, ciruelo, naranjo, mandarino, limonero, albaricoque, melocotón y olivo.

Semillas de variedades hortifrutícolas porpias de Baleares.

«Los investigadores llevan más de 30 años realizando trabajos de prospección para tratar de recuperar en campo las variedades propias de Baleares que corrían riesgo de desaparecer. Poco a poco se implantaron los primeros bancos de germoplasma y la normativa europea ha puesto el foco en la importancia de conservar la biodiversidad genética. A partir de ahí surgen nuevos acuerdos de investigación. Así, el IRFAP trabaja ahora en un proyecto en colaboración con Zaragoza, que investiga las cualidades genéticas del cerezo propio de Baleares que requiere pocas horas de frío», explica la jefa de Producción Vegetal .

«Con el cambio climático cada vez hay menos horas de frío y un frutal necesita frío, por eso encontramos otros centros de investigación a nivel nacional que buscan variedades como las nuestras que soportan mejor el calor», explica la investigadora. «Es un aspecto a destacar que nos ayuda a entender por qué es tan importante conservar las variantes propias. Con el avance del cambio climático se están poniendo en valor algunas de nuestras variedades que se supone que son las que más van a resistir estas condiciones severas climatológicas», añade.

Toni Gibert, Sara Camacho, Carme Garau y Juan Pardo conforman junto a Miquel Barceló el equipo del IRFAP.

Las colecciones de variantes de frutales propias de Baleares están en repartidas en diferentes fincas públicas. En Raixa encontramos fundamentalmente cítricos, en Planícia cerezos y en Son Real almendros, algarrobos e higueras. En sa Granja (sede de la Conselleria d’Agricultura en Palma) encontramos perales, manzanos y ciruelos, además de viña.

No deja de resultar paradógico que el aumento del interés de los científicos por las variedades propias de Baleares se produce en el momento más crítico para la supervivencia de las variantes de frutícolas en las Islas. Con excepción de la viña (en auge desde hace una década), las peticiones de yemas de frutales propios de las Baleares son poco frecuentes entre los profesionales. «Prácticamente todos los que vienen son particulares que tienen interés en plantar alguno de esos frutales en sus fincas», dice Garau Taberner.

Los payeses se están jubilando y es difícil encontrar relevo generacional. El progresivo abandono del uso agrario sustitudo por el uso turístico y residencial en el suelo rústico condena a las especies hortofrutícolas propias de las Islas prácticamente a la desaparición. «En relación a los frutales hay mucha entrada de variedades modernas que han sustituido a las variedades propias de las Islas y quedan pocas ya que se exploten a nivel profesional. Ahora Agromart ha plantado, pero queda poco, es algo residual», lamenta la investigadora. «Con la viña en cambio ha habido un aumento de la demanda de variedades propias», confirma.

Las personas interesadas en obtener yemas de alguna de las variedades propias pueden hacerlo a través de la página web del IRFAP. En ella se puede consultar todo el catálogo disponible con la descripción de las variantes. Cualquier particular puede solicitar yemas para plantar alguno de los frutales rellenando la solicitud de materia vegetal. La entrega es totalmente gratuita.

En cuanto al trabajo científico que desarrolla el instituto la jefa del servicio explica que «buscan nuestros genes para crear nuevas variedades que necesiten menos frío pero también por ejemplo variedades en almendros resistentes a la Xylella. Somos una base de investigación para el desarrollo de nuevas variedades». En la finca pública de Son Real está ubicada la colección de almendros del IRFAP. «Al tener allí la colección podemos ver qué variedades han sido afectadas por la Xylella para intentar desarrollar variedades resistentes», relata.

«Los investigadores lo que buscan no es importar nuestras variedades sino investigar nuestros genes de carácter fenotípico interesante», detalla.