Imagen tomada durante el paseo sonoro por Palma. | Teresa Ayuga

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El murmullo de dos personas hablando en una terraza, el estruendo de un autobús que se para y descarga pasajeros, la grapadora de un tapicero, chirridos varios de un taller mecánico, coches diesel con la correa del radiador en las últimas y una mujer caminando mientras habla por el móvil: «No la hagas caso, es una envidiosa». Todo este batiburrillo se percibe solo caminando por la calle 31 de Desembre y alrededores.

Un paisaje sonoro que pasa desapercibido a diario pero basta con aguzar el oído y quitarle el protagonismo al resto de sentidos para percibir otra Palma. El centro de audición Aural propuso este martes un paseo con los ojos vendados a la caza del sonido. Como maestro de ceremonias estaba Francesc Daumal, doctor en Arquitectura y consultor acústico, que iba armado de una grabadora y un sonómetro. Y todo esto a picos de 80 decibelios a mediodía y un mínimo de 50 decibelios si la calle por la que se transita apenas cuenta con tráfico. Porque a la conclusión que se llega después de un paseo con los ojos vendados es que el ruido de coches, autobuses y motos lo tapa todo.

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Una participante del paseo.

Calidad auditiva

Según una encuesta elaborada por Aural, el 63 por ciento de los baleares creen que el tráfico es ya el principal sonido de su ciudad, por delante de obras, bullicio, sirenas o naturaleza. Además, el 86 por ciento de los insulares consideran que los ruidos urbanos afectan a su calidad auditiva.

¿Qué consecuencias tienen este exceso? El 55 por ciento de los baleares tiene problemas para dormir, el 48 % sufre estrés y un 47 %, dolores de cabeza. «Está muy bien pacificar las calles pero si se sustituye el ruido del coche por las terrazas, que alcanzan los 70 decibelios... Y ese es un ruido constante. Esos niveles ya son nocivos para la salud», dice Daumal. Meritxell Valls, doctora en Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Son Espases, ratificó estas cifras. «El envejecimiento, en primer lugar, y los ruidos urbanos, después, son las causas principales del daño que sufren las células sensoriales del oído, lo que provoca pérdida auditiva».

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El paseo se hizo con antifaz para percibir mejor los sonidos.

Valls advirtió que «una de las principales quejas de los pacientes en consulta por culpa del exceso de ruido es, aparte de deteriorar la capacidad auditiva, la pérdida de calidad del sueño. Aquellos que viven en zonas de ocio nocturno o cerca del aeropuerto no pueden dormir».

Aural inauguró este martes su centro experiencial auditivo en Palma y gracias a su propuesta se puede percibir el timbre de una bicicleta, una Harley estrepitosa, el aullido de los niños en el colegio... La Palma más ruidosa hace mella en la salud de sus ciudadanos.