Marina Zambrana Torres habla de la dificultad de los estudiantes para encontrar piso. | Curro Viera

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Marina Zambrana Torres (Ibiza, 2002) es una de las muchas estudiantes que este verano se enfrenta a la odisea de encontrar un piso de estudiantes en Palma. Una misión prácticamente imposible en un mercado con los precios de alquiler totalmente disparados. Los pisos de estudiantes han quedado además fuera de la Ley de Arrendamientos Urbanos.

¿Cómo vivís los estudiantes la búsqueda de un piso para este curso?
-Es una locura, imposible. El año pasado ya había dificultades. Después de la pandemia empezaron a subir los precios y este año han vuelto a subir. He visto un piso de tres habitaciones en Idealista por el que hace un año pedían 800 euros y ahora piden 1.200. Es un piso normal en una zona normal. Simplemente lo han amueblado para darle una mejor apariencia. Los estudiantes no nos podemos permitir pagar lo que piden, eso por no hablar de las dificultades que tenemos para conseguir que nos alquilen.

¿Buscáis en grupo o de forma individual?
-Este año la cosa está tan mal que cada uno lo está intentando por su cuenta porque nadie confía en encontrar casa. Este será mi segundo año en un piso de estudiantes y ninguno de los compañeros que compartimos el año pasado ha encontrado nada que podamos pagar.

¿De qué rango de precios hablamos?
-Desde 300 euros por habitación (gastos aparte) hasta 400 o 500 euros. Ya no es viable. Ahora puedes encontrar a alguien que te ofrezca una habitación, pero te pide 500 euros más gastos y a los estudiantes no nos da.

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Hablabas de las dificultades que os ponen para contratar…
-Sí. Además de los precios tan altos que hay te piden tres meses de fianza, más la comisión de la inmobiliaria. Un grupo de estudiantes necesita pagar 4.000 euros de golpe para acceder a una vivienda en la que va a vivir de septiembre a junio. También exigen mucho papeleo. Hay propietarios que no quieren estudiantes. A mi el curso pasado me hicieron avalar con cinco nóminas de familiares (por un importe total de 6.000 o 7.000 euros para poder firmar el contrato y tuve que desembolsar 900 euros solo para entrar, gastos aparte.

¿Tus compañeros de piso vivieron lo mismo?
-Sí, estaban más o menos igual. Pagando lo mismo o incluso algo más que yo. Yo pagaba 300 euros al mes más gastos y una compañera pagaba 330, solo porque su habitación medía unos metros más.

¿Si la cosa sigue así te planteas ir y venir desde tu vivienda familiar a Palma a estudiar cada día?
-Si no me queda otra lo tendré que hacer. Mi madre vive en Manacor. Estudio en la Escola d'Art i Superior de Disseny de les Illes Balears y el primer curso iba y venía en tren. Sé lo que me costará el transporte cuando el tren deje de ser gratis, porque estuve yendo y viniendo un curso entero. Gastaba más de 70 euros al mes y no es solo el dinero, es el tiempo. Es inviable para estudiantes que viven muy lejos de Palma.

Tú eres nacida en Ibiza, ¿sabes a qué situación se enfrentan los ibicencos?
-Sí, todos estamos igual, tampoco encuentran y ellos no tienen más remedio que venir. Las residencias universitarias tampoco son una opción porque al final te pones en 500 euros igual, como mínimo.

¿Cuál es tu rutina? ¿Haces un barrido diario en las inmobiliarias?
-Sí y es desesperante. Tienes suerte si te contestan. Hay que ser muy rápido y llamar o escribir en cuanto sale un anuncio. Llevo buscando dos meses y lo seguiré intentando hasta el último momento. Aparte de las inmobiliarias hay propietarios que te contactan por el tablón de la UIB. A mi me ha llamado una señora varias veces, pero no baja de 500 euros. Es un precio que pocos se pueden permitir y lo piden porque saben que la gente está desesperada.