Elia Valero, tercera por la derecha, durante una estancia en Galicia

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En Muxía (A Coruña), un pueblo gallego de algo más de 4.000 habitantes situado en la Costa da Morte, hay un edificio de viviendas conocido como ‘la finca de los mallorquines’. No es para menos. Hasta seis familias de la Isla, todos del mismo círculo de amigos, se decidieron a invertir en el norte en 2005 y compraron apartamentos en el mismo inmueble. «Primero fue una inversión, luego se ha convertido en un refugio para todos. En Muxía nos conocen por la calle como ‘los mallorquines’», explica con humor Elia Valero, una de las propietarias.

Muxía se hizo famoso en 2002 por ser la zona 0 del desastre del Prestige, el petrolero que se hundió un 19 de noviembre a tan solo cuatro millas de la costa, y que supuso el peor vertido de petróleo en el mar de la historia de España. 21 años después se ha convertido en el epicentro turístico de la Costa da Morte, pero su número de visitantes ni se acerca al que recibe cualquier localidad de costa de Mallorca.

A Elia, su marido y su grupo de amigos les ha gustado siempre Galicia, y solían huir del calor durante el estío mallorquín y pasar unos días en la zona de La Toja; cuando uno de ellos pasó por Muxía y lo conoció, empezó a germinar entre todos la idea de comprar una segunda vivienda en Galicia. «Lo primero que pensamos es qué se nos había perdido allí, pero el precio de la vivienda era mucho más asequible entonces, y decidimos apostar por comprar allí», recuerda esta mujer, que ya prepara las maletas para irse a su segundo hogar.

Lo mismo pensó otro miembro del grupo, Luis Herrero. Él y su mujer, oriundos de Burgos y Palencia, llevaban años dándole vueltas a comprar en la península, pero en Cantabria, donde buscaban al principio, los precios eran muy altos; cuando surgió la oportunidad de invertir en Galicia, no dudaron. «Ahora que estamos jubilados, pasamos mucho más tiempo aquí. Llegamos en junio y nos quedaremos hasta septiembre. Aquí dormimos con pijama y edredón. Menudo gusto», cuenta por teléfono a más de 1.000 kilómetros de distancia.

Motivos

¿Qué llevó a estas familias a comprar en esta localidad coruñesa? Elia Valero lo tiene claro: «Hacer vida de pueblo, porque participamos en todo los actos y festejos que podemos, e intentamos ser unos residentes más en Muxía; compramos a un precio accesible; la comida es excelente; y las conexiones aéreas con Mallorca son aceptables», enumera. Tanto que ella y su marido incluso han comprado un coche de segunda mano para poder desplazarse con total libertad por Galicia. «Muxía ha dejado de ser una inversión para ser nuestro refugio. No lo venderíamos por nada. Nuestros hijos se niegan a hablar de ello. De aquí no nos mueven».