Una camarera depositando cubitos de hielo en un vaso. | Josep Bagur Gomila

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Las empresas baleares, especialmente en el sector de la hostelería, están tirando más que nunca de la mano de obra extranjera para tapar los agujeros en materia de personal. La contratación de trabajadores extranjeros se acelera como nunca y su ritmo de crecimiento ya es uno de los más pronunciados de España. Tanto es así que en junio las contrataciones de extranjeros en las Islas ya fueron más numerosas que las de trabajadores nacionales. Prácticamente uno de cada cuatro asalariados es foráneo, la proporción más alta de entre todas las comunidades autónomas.

Se trata de un crecimiento inusitado que descansa en los hombros de un sector turístico que está funcionando a toda mecha, pero también de unos salarios en general bastante por debajo de la media. Según los datos difundidos este martes por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Baleares sumó en junio una media de 142.967 trabajadores extranjeros, lo que equivale a un crecimiento del 12 % con respecto al mismo mes del pasado año (15.471 trabajadores más). Asimismo, el crecimiento intermensual roza el 6 % (7.766 trabajadores más respecto a mayo), porcentaje que sitúa al Archipiélago en cabeza de las contrataciones a extranjeros a nivel estatal.

Las estadísticas revelan que el imparable crecimiento de la ocupación en el último año es en buena parte deudor del empuje de la mano de obra no nacida en España. En junio se contabilizaron 622.446 afiliados a la Seguridad Social, 29.659 más que un año atrás. Más del 50 % de esas incorporaciones -las 15.471 reseñadas anteriormente- se correspondieron con extranjeros.

A tenor de estas cifras, las dificultades que encuentran las empresas para captar personal se están viendo paliadas, al menos parcialmente, con la aportación extranjera, si bien el coste de esta mano de obra, en términos generales, es menor. Según las estadísticas del Ministerio sobre bases de cotización y cotizantes -no desglosadas por comunidades-, los trabajadores extranjeros cobran un 20 % menos  de media que los nacionales: los datos más recientes (del pasado marzo) muestran que la media fue de 1.674 euros mensuales, lo que rebaja en un 20,5 % la media global, que alcanzó los 2.105 euros.

Existe una gran disparidad en los sueldos en función de las nacionalidades. Así, los trabajadores alemanes -11.753 en Balears, tercera nacionalidad más numerosas tras la italiana y la marroquí- tienen una base media de cotización de 2.470 euros mensuales. Los franceses (3.508 trabajadores en las Islas) se sitúan en 2.710 euros de media.

Por contra, nacionalidades como la marroquí (segunda más numerosa en las Islas con 13.500 cotizantes) se sitúan por debajo de los 1.600 euros. Tal es el caso de la china (1.340 euros), la venezolana (1.458), la colombiana (1.425), la ecuatoriana (1.529) o la propia marroquí (1.454), por mencionar algunas de las más significativas en el mercado laboral balear. Las nacionalidades de la Unión Europea (60.500) se sitúan en una media de 1.940 euros, unos 500 euros más que el resto de países (82.500). Rumanía, con más de 8.000 trabajadores en el Archipiélago y una media de 1.603 euros por asalariado, sería el país de la UE con unas bases más bajas.

Esta distribución salarial aporta una mayor base argumental a los discursos que denuncian que la mayoría de los trabajadores extranjeros desempeñan trabajos que la mano de obra local declina bien sea por su dureza o bien por los bajos salarios. La hostelería (51.235 contratados) y la construcción (14.880) concentran la mayor parte de estos empleados.

La secretaria de Políticas Públicas y Salud Laboral de CCOO en Balears, Eva Cerdeiriña, señala que la preminencia de salarios a la baja entre la mano de obra extranjera «es algo tradicional: siempre ha ocurrido con los trabajadores inmigrantes». Achaca buena parte de los motivos al hecho de que se trata de personas en situación de precariedad que aceptan condiciones laborales y salariales peores. «Lo que más les pesa es el miedo a perder el trabajo porque normalmente tiene familia que mantener en su país de origen». El sector agrarios, así como los servicios domésticos, «mayroitariamente femenino y sudamericano», es donde la portavoz sindical fija «las mayores dificultades que tenemos».

Asimismo, recalca que muchos de los países de procedencia carecen de una cultura sindical comparable a la española, lo que dificulta que puedan acercarse a estos trabajadores en pro de una mejora de sus condiciones. Tal es el caso de países africanos como Senegal (4.326 trabajadores en Baleares), señala Cerdeiriña, pero no el de los países latinoamericanos, con mayor tradición sindical.

José García Relucio, secretario de UGT de la Federación de Servicios, remarca que «no debería ser así, porque por lo general se entra con las mismas condiciones para todos por los convenios colectivos». Por otro lado, especifica que la mano de obra procedente de los países pero pagados se concentran en subsectores que suelen requerir un menor nivel de cualificación profesional.