El presidente del Consell de Mallorca, Llorenç Galmés, eleva la vara de mando. | Miquel À. Cañellas

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Si algo se comentó ayer con cierto disgusto después de más de tres horas de sesión fue que el pleno de en del Consell de Mallorca se hizo eterno. El bochorno avivó la sensación de que el tiempo no pasaba, mientras el gentío que acudió eufórico de todos los rincones de la Isla para no perderse la proclamación del ‘popular’ Llorenç Galmés iba perdiendo la alegría a medida que pasaban los minutos. Muchos incluso se fueron antes de que terminara la sesión.

El marco mental de los asistentes era el de una toma de posesión como la de Marga Prohens en sa Llonja, cuando la realidad es que lo de ayer fue un debate de investidura. La gran mayoría esperaban una puesta en escena bonita, con toques medievales propios de la institución insular, pero se toparon con lo que la mayoría de ciudadanos no suelen seguir: un pleno. Después de los del Ajuntament de Palma, que pueden durar hasta nueve horas, los del Consell son de los más duros de cubrir, pues suelen superar las seis horas. Lo de ayer no fue para tanto, pero sí que debió de sorprender a los que no están acostumbrados. Muy pocos fueron los que quedaron hasta el final para disfrutar del piscolabis de productos locales que se sirvió en el patio interior del Palau del Consell. La gente quería irse corriendo a casa.

El formato del debate es muy similar al de los ayuntamientos, aunque en este caso se alargó un poco más. Con este modelo es entendible que los portavoces de los partidos se lanzaran reproches, incluso duros, como el que hizo Jaume Alzamora, de Més, contra Galmés y su socio de Vox, Pedro Bestard, al decir que su pacto está «tutelado por Abascal y Feijóó», dando a entender que ninguno de los dos pintan nada. También es de destacar que la ya expresidenta Catalina Cladera, del PSIB, todavía comunica como si estuviera en el gobierno, mientras que el nuevo presidente insular parece que sigue hablando desde la oposición.

Aun siendo un ambiente de debate, no pudo evitar responder a las críticas de la izquierda en su discurso oficial tras jurar el cargo. Agradeció nuevamente la predisposición de Vox a la hora de pactar con ellos para «dar una respuesta a los que nos han pedido miles de votantes», y no se resistió a añadir la siguiente pese a los insultos y amenazas». Un tono poco comedido para ser su primer discurso en el cargo. Algo que, de hecho, comparte con su amiga y compañera de partido, Marga Prohens. Quizás es cosa de la edad, pues ambos son jóvenes en puestos de gran responsabilidad, y con el tiempo endurecerán la piel ante según qué críticas.