El neerlandés Rogier van Vliet, presidente de la Adessium Foundation y la Fundacio Marilles, en un momento de la entrevista. | Jaume Morey

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Rogier van Vliet (Reeuwijk, Países Bajos, 1975) es el presidente de la Adessium Foundation y de la Fundació Marilles. Esta última ha cumplido cinco años de actividad en Balears. No es casualidad. Van Vliet está vinculado a las Islas desde niño.

¿De dónde viene su relación con Baleares?
—Desde los 11 años paso los veranos en Baleares. Ello me ha permitido ver los cambios que han sufrido las Islas durante más de 30 años. Se ha producido una pérdida de calidad ambiental y una presión creciente sobre el medio marino. El reflejo es la presencia de plásticos en el mar. Teníamos que hacer algo para frenar esta presión y mejorar la calidad del medio marino. Años antes de crear Marilles ya habíamos financiado proyectos de conservación marina en Balears. De hecho, éramos la única entidad que estaba financiando proyectos de este tipo en las Islas. A través de Marilles, podemos obtener fondos desde la filantropía y canalizarlos en iniciativas de conservación.

¿Cuáles han sido las prioridades de Marilles?
—Lo primero ha sido entender el contexto, hablar y escuchar a la sociedad local para saber cuáles pueden ser las mejores oportunidades. No deja de sorprender que una región con recursos económicos como Balears no invierta más en su conservación marina, fundamental para el medio ambiente y para la economía, pero también para las personas. A partir de aquí, Adessium ha sido el catalizador de Marilles, que funciona autonómamente y está abierta a la participación de otros donantes. En este sentido, Marilles ayuda a la sociedad balear a abrir los ojos para conservar el tesoro que es el Mar Balear.

¿Objetivos a corto plazo?
—Son objetivos normativos, pero el 30 % del Mar Balear tiene que estar preservado en 2030 y el 10 % tiene que ser de protección integral, es decir, con carácter de santuario marino. En el primer objetivo estamos en más del 20 %. Por tanto, es alcanzable. Sin embargo, en la protección estricta de santuario marino Balears sólo está en el 0,2 %. Eso significa que hay que multiplicarla por 50 en sólo siete años. Marilles ayudará y empujará para acelerar las acciones y conseguir estos objetivos. Otros retos son la pesca sostenible, la conservación de hábitats y especies vulnerables, y mejorar la calidad de las aguas.

¿Qué tenemos que hacer con la pesca?
—El impacto del arrastre, las capturas accidentales y la pesca recreativa, cada vez más eficiente, tiene que ser controlable a través de planes de gestión. No sabemos nada del volumen de capturas de la pesca recreativa.

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¿Y para la recuperación de especies?
—Por ejemplo, con los tiburones y las rayas se han dado reducciones drásticas. Con la excepción de tintoreras y cañabotas, estamos asistiendo a extinciones delante de nuestros propios ojos. Si no tenemos grandes depredadores, no tenemos un mar en buen estado.

¿Qué balance hace de los cinco años de la Fundació Marilles?
—Hemos puesto en marcha más de cien proyectos. Trabajamos en Balears, pero, evidentemente, nuestra visión es mediterránea.
Hay factores de fuera de Balears que afectan a la conservación marina: un intenso tráfico marítimo, cruceros, contaminación, llegada de especies invasoras...

Un gran incremento de la población local y del número de turistas tampoco ayuda.
—Somos conscientes de la incidencia de la presión demográfica. Aquí tendría que haber una intervención específica de los responsables públicos que se nos escapa. De momento, no vemos consensos que aborden el reto demográfico y el fenómeno de la masificación turística.

¿Qué piensa cuándo ve las imágenes de largas colas de turistas durante horas para llegar al Caló des Moro?
—Que Mallorca se ha convertido en una especie de parque de atracciones. Queremos que la gente disfrute de la naturaleza, pero dudo de que esos turistas lo hagan si su único objetivo es hacerse una foto. Algunos éxitos de Balears están poniendo en riesgo su activo natural, lo que también significa poner en riesgo su prosperidad económica. Precisamente, el Govern podría hacer un estudio sobre cómo la erosión de los activos naturales se traduce en pérdidas económicas. Aunque no sea visible, hay una interdependencia entre ambos factores.

Recientemente, Marilles presentó su Pacte Blau Balear para pedir que el Govern invierta más en conservación marina.
—Más de 150 empresas se han adherido y nos han expresado su apoyo. Marilles puede ejercer un liderazgo en este sentido. Hace 18 años que trabajo en proyectos filantrópicos y sé algo de sacar el máximo impacto positivo de cada euro invertido, en este caso en la mejora del medio marino.

¿Cuánto ha invertido Marilles en proyectos de conservación marina en estos últimos 5 años?
—Cuando acabe 2023, habremos invertido 5 millones de euros. En 2020, Adessium aportaba dos tercios del capital invertido. Este año, ya sólo es un tercio, pero resulta que el 94 % de lo invertido en Balears procede de fondos extranjeros. Tenemos aportaciones alemanas, suizas, francesas, británicas y holandesas, todas ellas muy discretas, pero las de Balears sólo suponen el 6 %. Parece que en las Islas hay gente más preocupada por la imagen y la publicidad que por los impactos positivos de su aportación.