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Han pasado diez meses desde el primero abrazo y el último entre los jóvenes voluntarios y las personas mayores de la Residencia Borenco. Diez meses que han dado para mucho: para conocer sus batallas, para jugar, para bailar o divertirse. Y sobre todo abrazarse.

Un total de 57 alumnos de primero y segundo de Bachillerato del Colegio Diocesano Sant Antoni Abat de Palma finalizaron ayer este voluntariado que organiza desde hace ocho años Rotary Club Mallorca. Cada viernes, los jóvenes acudían una hora y media, por las tardes, a esta acogedora residencia a pocos metros de la plaza Gomila. Para despedir el curso, Rotary hizo entrega de las distinciones a los alumnos que han colaborado durante todo este curso lectivo.

Por la tarde, la residencia se convirtió en una sala de celebración. Allí se reunieron los protagonistas –voluntarios y la tercera edad– con trabajadores de la residencia, padres y madres de los jóvenes y parte de Rotary. «Me ha encantado esta experiencia, sobre todo porque los he sentido como si fueran mis abuelos cada vez que me contaban historias», resumía Erika Mercant, estudiante que acaba de terminar el primer año de Bachillerato y no dudará en repetir el voluntariado el próximo curso.
«Estoy muy orgullosa de lo que han hecho con nosotros, nos han dado alegría. Sin conocerlos, les hemos cogido cariño», confesaba Mari Carmen Piñar, una usuaria de la residencia que ayer quiso estar presente en esta celebración con «mis chicos».

Acompañar

Uno de los objetivos que tiene esta iniciativa solidaria es que «nuestros estudiantes generen cierto compromiso con ellos mismos, que hagan algo sin recibir nada –material– a cambio, sino más bien cariño y amor», destacó la coordinadora pastoral del centro educativo, Pilar Ruano, quien ayer acompañó a sus alumnos a este emotivo fin de voluntariado.

A ojos de Rotary, los jóvenes han aprendido a «entender, respetar y comprender» a los mayores. Y sobre todo, a romper prejuicios. Es algo que comparte la alumna María Ramírez, que ha terminado el bachiller y ahora emprenderá la etapa universitaria: «Ver sus sonrisas es lo que más me anima. Ya me han dicho que podré volver el año que viene», comentó, emocionada.

Esta asistencia social va enfocada, principalmente, para estudiantes de los dos últimos años de estudios. Sin embargo, desde Rotary han avanzado que el año próximo ampliarán el voluntariado a cuarto de la ESO. Las familias de estos estudiantes también han sido un pilar clave para esta asistencia. Se han implicado en todo momento y como han podido, sobre todo en fechas claves como la Navidad.