La pasarela y el solárium del hotel Mediterráneo llegó después

TW
30

«No entendemos la urgencia para derribar el puente y el Social Club», cuentan Martyn Smith y Dominic Miles, propietarios del club nocturno que se ha visto afectado por un expediente de expropiación con el fin de proseguir con las obras de remodelación del Passeig Marítim. Los afectados esgrimen como argumento para evitar el derribo un amplio informe firmado por Elvira González, doctora en Historia del Arte por la UIB, donde a lo largo de 39 páginas analiza los orígenes del hotel Mediterráneo, su característica pasarela y la isleta sobre el mar que luego fue absorbida por la calzada. Ahora, esta zona parece abocada al derribo, aunque los hay que se resisten.

Según el informe de González, el hotel Mediterráneo «es un edificio catalogado y dados su valores arquitectónicos, históricos, culturales o artísticos, tiene un nivel de protección B». «Estamos ante uno de los edificios más emblemáticos del turismo de Mallorca», prosigue el estudio. Y abunda en el origen de este inmueble, ubicado en el desnivel costero de El Terreno, muy próximo a s’Aigo Dolça, que se remonta a la casa llamada Can Barra d’Or, que entre 1915 y 1919 perteneció a la familia Maroto y Coll.

En 1925, Juan Pensabene compró la casa y mandó ejecutar la reforma al arquitecto Francesc Roca Simó. Pensabene era director gerente de la sociedad Alhambra S.A. y colocó en ese lugar el hotel Mediterráneo, una sucursal del hotel Alhambra, en la plaza de la Reina de Palma. Así, en sus inicios se expandía hacia el mar y contaba con 31 plazas, que luego pasaron a ser 120. En 1944 fue adquirido por Ramon Tarragó y fue redecorado, convirtiéndose en el hotel de referencia del momento, visitado por celebridades de todo el mundo, así como centro de reunión y celebración de la sociedad mallorquina.

Pasarela del edificio hotel Mediterráneo, que será derribada

Homogeneización

El hotel Mediterráneo alcanzó las ocho plantas tras diversas ampliaciones y el establecimiento se cerró en 1975, convirtiéndose en apartamentos privados y restaurantes. En el análisis de las fotografías antiguas se presenta a partir de la década de los 50 el pantalán dedicado a solárium, donde los clientes tenían acceso directo al mar y podían ser recogidos en barco.

La pasarela que se construyó les permitía caminar sobre la calzada del Marítim. Fue en 1956 cuando se ampliaron los terrenos ganados al mar, con la construcción de una piscina en el pantalán. Esta pasarela, según el informe de Elvira González, «es un elemento estructural que ha sido siempre un referente de modernidad, la característica intrínseca con la que se ha identificado el Passeig Marítim de Palma». A finales del siglo XX se añadiría un semisótano, donde se aloja actualmente el Social Club. «Aquella piscina de hotel no pasaría desapercibida, siendo tan extraordinaria para la época que sirvió de escenario de películas y reclamo de anuncios promocionales de la Isla», afirma González.

«Elementos como éstos deberían estar sujetos a una protección más firme que evitara su retirada, ya que buscar mediante un proyecto de renovación la homogeneización de un paseo como es el Marítim, es de por sí una rareza contraria a su origen que le priva de sus referentes visuales», según el informe. Y concluye de la siguiente manera: «Que ahora este trazado de vía obligue a arramblar con todo para tener unas características de amplitud desahogadas y uniformes, cargándose anteriores construcciones y también este punto icónico, nos parece cuanto menos una exageración».

Mientras tanto, los propietarios del Social Club intentan frenar el derribo y esgrimen el argumento de la necesidad de proteger, además del edificio, la pasarela y el solarium. «Si llegamos a saber esto, que dos años después de iniciar la concesión iban a empezar con el proyecto de reforma del Marítim, no lo habríamos cogido. O no nos habríamos gastado tanto dinero. Y ellos al final nos dieron el visto bueno», se lamenta Smith. Por ellos se refiere a la Autoritat Portuària de Balears (APB), que invertirá de 40 millones en la reforma del Passeig Marítim.

Casa original sobre la que se construyó el hotel Mediterráneo

A principios de mes, la Delegación de Gobierno en Balears publicó en prensa el anuncio de expropiación de la pasarela que une el edificio del Bahía Mediterráneo, además de la isleta que acoge la piscina, el solarium y la discoteca Social Club. Tanto los propietarios de las viviendas como del club nocturno han recurrido esta decisión. «No hay diálogo con la APB. Nos enteramos de todo por la prensa», se queja Smith, que advierte que están en peligro 65 empleos y unas inversiones que llevaron a cabo nada más conseguir la concesión, que debía acabar en 2027. Para el empresario, «lo más importante es un edificio protegido, de valor histórico y no se puede tocar».

Los propietarios de Social Club advierten que la concesión de la que se hicieron cargo tenía una duración de diez años y que en su momento les informaron de que podría prolongarse. De ahí que nada más aterrizar allí, en 2017, llevaran a cabo «inversiones millonarias». Ahora la APB les ha propuesto una tasación de medio millón de euros, «un chiste de mal gusto. Nadie nos ha informado de esto», señala Smith, como portavoz del club nocturno. Además de señalar que «no hay un plan de emergencia» para su expropiación y de derribo, el club vive en la incertidumbre ya que desconocen la fecha en la que deberían cerrar. «La agenda del club se diseña con un año de antelación. Todas estas informaciones sobre el cierre nos están afectando», advierten. El club cuenta con el apoyo de los vecinos, que perderían la pasarela y la piscina.