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Los investigadores de la UIB Marcello Cerrato, Carles Cardona, Iván Cortés, Pere Miquel Mir, Llorenç Gil y Arnau Ribas, del Departament de Biologia, son los autores del estudio Variación del patrón temporal de las introducciones de plantas exóticas en un punto de acceso insular de biodiversidad: las Baleares como estudio de caso para la región mediterránea, publicado recientemente en la revista Biodiversity and Conservation.

El investigador principal, Marcello Cerrato, explica que «hemos detectado 623 especies de flora exótica en Balears, cuando una tesis de 2005 registraba 300 y otro trabajo de 2010 referenciaba 360. Hemos realizado esta investigación para crear una gran base de datos sobre especies alóctonas, aprovechando información y artículos ya publicados, y con la idea de que sea útil para próximos estudios con variaciones temporales, características, procedencias o presencias por islas. A partir de aquí, haría falta una cartografía oficial, técnica y precisa que vaya actualizándose».

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Cerrato destaca que «las más de 600 especies exóticas de Balears son muchísimas para un territorio tan pequeño, sobre todo si las comparamos con otras islas mediterráneas que, siendo mucho mayores en superficie, se quedan en 400-500. Catalunya, siendo seis veces mayor que Balears en territorio, tiene unas mil especies exóticas. Si sigue con su tendencia, Balears podría alcanzar ese número en 2100. Dependerá de lo que nos llegue y de la gestión que se haga de esta cuestión. Se citan hasta 10 especies nuevas por año. No hay que olvidar el cambio climático. Antes, podían llegar especies exóticas y no prosperar por el clima diferente. Ahora llegan y completan su ciclo vital sin problemas».

Para el investigador, «esta situación es grave desde el punto de vista medioambiental y es una tendencia generalizada en el Mediterráneo por culpa de la globalización. De las especies exóticas en Balears, un 17 % pueden considerarse invasoras, es decir, desplazan a la flora autóctona y entonces el impacto es mucho más grave. El resto no presenta un comportamiento tan agresivo o se trata de individuos aislados, con un daño ambiental relativo, pero, aun así, lo deseable sería que no estuvieran presentes en nuestros ecosistemas, aunque a priori no supongan un riesgo».

En este sentido, Marcello Cerrato señala que «los hábitats acuáticos, en torrentes y litorales, son los que sufren mayores impactos y donde el problema adquiere una mayor gravedad. En los ecosistemas forestales y de matorral, a las especies exóticas les cuesta más llegar y competir. En cambio, los hábitats acuáticos de Balears están muy antropizados por el turismo y las urbanizaciones. Al perderse buena parte del litoral natural, las comunidades acuáticas propias, más frágiles y con menor capacidad de resistencia, se ven muy afectadas, a lo que se añade el número excesivo de personas en circulación y la proximidad de jardines donde son abundantes las especies exóticas. Hay zonas costeras donde la población autóctona ha desaparecido por completo, siendo ocupada la totalidad de su espacio por especies exóticas.Y evidentemente no se puede generalizar, pero hay viveros que venden especies prohibidas».

El apunte

Híbridos para saltarse la norma y tolerancia cero con la importación

Marcello Cerrato indica que «hay especies que no se pueden comercializar ni tener, pero, hecha la ley, hecha la trampa, y se recurre a híbridos para saltarse la norma, sobre todo en los usos ornamentales». Para el biólogo, «la solución sería la tolerancia cero con las especies exóticas, acompañada de una mayor concienciación social. Habría que explicar por qué es perjudicial la importación de estas especies y que nos cuesta dinero gestionar sus impactos».