Coloma Bover, Antoni Salas, Xisca Mora, Josep Melià, Magdalena Vives y Carles Cabrera en el acto central de la campaña electoral del 28M. | P. Pellicer

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Los resultados electorales del PI dejaron claro que los votantes regionalistas no querían que Josep Melià siguiera al frente del partido. «Me ha apartado el pueblo», reconoció el candidato a la presidencia del Govern después de ver que con solo 16.927 papeletas y el 3,79 % de los votos El PI perdía sus tres escaños del Parlament, que logró hace cuatro años con 31.348 votos y el 7,33 %. La formación se quedó fuera por poco más de 1.800 apoyos. Por ello, Melià puso su cargo a disposición del partido, ha pasado a segunda línea.

Sin embargo, pese a este fracaso histórico, Antoni Salas y Magdalena Vives consiguieron entrar en el Consell de Mallorca al obtener 18.762 apoyos (5,23 %). Salas, además, revalidó con mayoría absoluta como alcalde de Costitx por quinta vez consecutiva, lo que le allana el camino para que el futuro del partido pase por su liderazgo.

«Tengo claro que Magadalena y yo seremos la cara visible, aunque no tengamos presencia en el Parlament, mientras que Tolo Gili lo será a nivel balear», confiesa Salas, que evita dar más detalles sobre qué papel puede tener a partir de ahora. Su más que probable ascensión es todavía más clara tras los resultados de la número dos a la Cámara autonómica, Xisca Mora, que perdió dos regidores en Porreres, donde Més fue la lista más votada, con Tià Lliteres a la cabeza.

Los resultados son claros: el gen UM revive tras la debacle del 28M. La cúpula del PI nunca ha estado en manos de ‘uemitas’, pero esto podría cambiar. Jaume Font provenía del PP, mientras que Josep Melià, pese a haber sido presidente de UM poco antes de su desaparición, nunca tuvo una buena relación con Maria Antònia Munar. Contrariamente, Antoni Salas ha estado ligado a su figura política desde que entró a UM, para luego seguir con el PI; de hecho, es el heredero de la alcaldía de Costitx, pueblo natal de la histórica dirigente. También es destacable que ella misma asistiera, como una vecina más, al mitin del PI durante la campaña electoral en su municipio.

Las elecciones han provocado un shock, nadie se esperaba estos resultados. Melià ya comentó en este diario que la política son ciclos. El PI tendrá que atravesar un largo desierto de cuatro años hasta las próximas elecciones. Durante ese tiempo, los regionalistas ya han dicho que están dispuestos a dar estabilidad al PP en el Consell de Mallorca. «Podemos hablar de diferentes tipos de colaboraciones con el PP, pero solamente sin Vox», dice Antoni Salas, que espera que ola de Vox pase de largo, como ya lo ha hecho la de Podemos. «Confiamos que los populismos bajen, el de izquierdas ya lo ha hecho y creo que lo mismo pasará con el de derechas», reflexiona.

Salas está convencido de que el regionalismo no está herido de muerte. «Pueden fallar las personas, pero no la ideología. La del PI es fantástica y necesaria. Las personas podemos sacar adelante políticas con mayor o menor acierto, pero el insularismo, la balearidad y el mallorquinismo político son más necesarios que nunca, sobre todo cuando se habla de quitarnos competencias autonómicas e insulares y se apuesta por cerrar IB3», comenta, refiriéndose a las propuestas anunciadas por Vox.