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Los modelos tradicionales para tratar el sinhogarismo en Mallorca han demostrado en los últimos 20 años que no llegan a revertir el problema: cada vez hay más gente en la calle y pocos consiguen su reinserción. La inclusión social «completa» es lo que intentan alcanzar todas las entidades que trabajan con estos colectivos.

Por ello se pensó en nuevas estrategias, y como resultado aparecieron los programas housing: que el usuario trabaje desde un hogar propio y no pasando por centros de acogida. Los modelos del futuro van en este camino, y esta es la línea que ayer y hoy se debate en la jornada La Xarxa d’Inserció Social de Mallorca, que organiza el IMAS en el Parc Bit, y que cuenta con expertos en el ámbito social.

Inclusión Social IMAS
Sebastià Cerdà es el jefe de servicio de Incluso Social del IMAS. Explica que «hasta ahora teníamos un planteamiento de modelo en red donde la persona iba cambiando de lugar, sumando méritos, para conseguir su retorno a la comunidad. Pero lo que se consigue con los nuevos modelos, en relación a estos modelos en escala, es que se trabaja con la persona directamente en un piso». Estos nuevos programas mejoran la eficacia, la eficiencia y crean un cambio sustancial: hablamos de que la persona ya tiene derechos. «El objetivo es que vuelvan a la sociedad, y creemos que modelos como housing lo conseguirán», considera Cerdà.

Plena Inclusión
Amalia San Román es la coordinadora de Plena Inclusión España, entidad que trabaja con personas con discapacidad intelectual y sus familias. Los modelos de trabajo son similares a los que se dirigen a personas sin hogar o sin recursos. «Creemos que, al institucionalizar a la persona, se vulneran sus derechos; generan para ellos sitios inmensamente grandes donde comparten con más personas. El modelo que desarrollamos en 2020 es el que vemos en países como EEUU, Finlandia o Inglaterra, y es que el usuario reciba un presupuesto en función de sus necesidades. Lo que ocurre en España es al revés: se da un diagnóstico y en función de esto le corresponde una prestación, que suele ser una plaza pública o un albergue. La Administración no está preparada para apoyar este modelo con dinero, hay un choque cultural muy potente. Pero hay más estigma al ver a una persona salir de un albergue o una residencia que, en cambio, de un bloque de viviendas donde un vecino no sabe de dónde viene o a dónde va».

Ca l’Ardiaca
Biel Gelabert es el coordinador de Ca l’Ardiaca, uno de los modelos en escala que hay en la Isla. Desde su punto de vista, «hemos ampliado el número de plazas pero no hemos cambiado en estos 20 años. Seguimos con habitaciones con diez o veinte camas. Es muy difícil cambiar esto. En este albergue tenemos mucha movilidad pero claro, ¿qué es más digno: dejarles en la calle o que al menos tengan, en estas condiciones, una cama? Está claro que los modelos así deberían cambiar, pero en estos 20 años, todos los partidos que han pasado por el IMAS lo han intentado mejorar y han invertido, pero la realidad es que cada día hay personas en la calle y las metemos dentro». El coordinador de Ca l’Ardiaca no cree que la pandemia haya empeorado la situación del sinhogarismo o de las personas en extrema vulnerabilidad: «No ha cambiado mucho estos años anteriores a ahora. El problema es estructural; en una sociedad con abundancia siempre habrá gente que sale fuera del sistema. Y la culpa siempre la tiene el sistema, no las personas, pues no nacen con una etiqueta de toxicómano o vagabundo».

Housing First y Housing Led
Ana María Olivares Martínez es la coordinadora Housing First Mallorca Hogar Sí - Provivienda, uno de los dos programas, el otro es Housing Led, cuya metodología es trabajar con la persona en situación de calle desde una vivienda digna. Este tipo de apuestas marcará el futuro para hacer frente al sinhogarismo. «Pretendemos que las personas lleven a cabo los procesos de recuperación desde la dignidad de estar en un hogar donde puedan dormir, ducharse y atender otras cuestiones como es la búsqueda de empleo. Con esto se desinstituciona a las personas de los circuitos de programas a fin de que puedan llevar una vida autónoma». A la hora de entender por qué salir de los programas institucionales es más eficaz para estos colectivos, Olivares argumenta que «las personas no pueden estar cronificadas dentro de la institución, sino vivir de forma autónoma teniendo apoyo, por eso encontramos que la mejor forma es que salgan de estos circuitos de programas». Housing First se enfoca a usuarios que presentan más vulnerabilidad, con factores como las adicciones y la salud mental, y por ello se ofrecen viviendas unipersonales. En cambio, Housing Led es un programa que ofrece el mismo apoyo a personas en situación de calle pero en alojamientos temporales compartidos.