Clientes bailan con sus cascos puestos. | Laura Becerra

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En el centro de Palma, exactamente en la Plaça del Banc de l’ Oli, se ubica el único pub/bar de Ciutat donde el silencio es el ‘rey’ de la pista de baile. Escuchar música y mover el esqueleto sin molestar a nadie es posible desde hace dos años en La Casa de Cookie. El local, regentado por el alemán Thorsten Sievers, cuenta con un nuevo concepto muy diferente al resto de negocios: ha cambiado los altavoces por auriculares. A primera vista nada llama la atención. En su interior están los típicos elementos de un bar, una barra, sofás para sentarse o estanterías con diferentes botellas. Sin embargo, el bajo volumen de la música ambiente y una mesa llena de cascos inalámbricos aventura que no es un pub cualquiera.

Una vez allí, con la primera consumición se entregan los auriculares, a devolver al partir del local. El próximo paso es bajar las escaleras que conducen a la sala de baile donde reina el silencio y solo se escucha el ruido de los zapatos y algunos susurros. En esa zona, los cascos, diferenciados entre rojo, azul y verde, son los protagonistas. Cada tonalidad representa un estilo de música distinto (rock, electrónica y pop) que el cliente puede ir cambiando durante toda la noche con un botón. Tampoco hay DJ en La Casa de Cookie. En su lugar, hay tres tablets, una para cada tipo de música, en las que el cliente puede añadir su canción a la lista de reproducción. Y sí, se puede hablar con la persona que está lado. Solo hay que quitarse un auricular o los dos, ya que de sonido de fondo no hay nada más que silencio.

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Clientes en la barra de La Casa de Cookie.

Para ir a La Casa de Cookie hay que hacerlo de martes a sábado de 20.00 horas a 3.00 horas, aunque a las 2.00 horas se apaga la música para que los clientes sean conscientes de que les queda poco tiempo para que cierre. Como en muchos otros locales, a las personas que les sobra bebida y se marchan se les da un vaso, pero en este caso, se regala un recipiente muy original, con el nombre y la imagen de un cuadro del pub. La idea de transformar una antigua champañería en un local de ocio nocturno silencioso surgió en Alemania. Thorsten Sievers lo había visto en el país germano y decidió arriesgarse y montarlo en Palma. La elección del nombre ya es otra historia. «A mi marido lo llaman Cookie y como en Mallorca todo es Can Joan, Can Pedro pues él decidió ponerle La Casa de Cookie», explica Pamela del Olmo. Aunque al negocio le costó un poco arrancar, ya que se inauguró durante el coronavirus, a medida que fue pasando el tiempo se corrió la voz entre los residentes y más de cara a verano, entre los turistas.

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Varias personas escuchan diferentes estilos de música en la sala de baile.

A día de hoy, cuenta con un mayor número de clientela de todo tipo y edades. No está destinado a un perfil concreto. «El otro día, vino un grupo de señoras para celebrar su 60 cumpleaños, pero también hay jóvenes residentes o de erasmus. Las edades son muy variadas», comenta la mujer del propietario. En cuanto a los planes de futuro, quieren poner en marcha una terraza con unas pocas mesas para que los clientes tomen algo y empezar a preparar algunas tapas. También tienen en mente probar un DJ una noche para ver si funciona con su modelo de negocio, una nueva forma de disfrutar de la música, cuanto menos, diferente.