Una representación de los dispositivos subterráneos, junto a uno de los restos que quedan, la ‘Casa de neu’ del Galileu, restaurada por los margers del Consell.

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Mallorca acumula casi una semana de nevadas en la Serra de Tramuntana y muchos mallorquines, expectantes ante el fenómeno, no han dudado en acercarse a la montaña para ser testigos. Más allá de las obligatorias fotografías para redes, la escapada también puede aprovecharse para descubrir restos de lo que fueron hasta hace no mucho los primeros frigoríficos de la humanidad. Son las denominadas cases de neu, construcciones subterráneas en las cotas más altas de la isla, vitales para la comercialización del hielo desde el siglo XVI hasta hace apenas cien años, tras la llegada de las primeras neveras industriales.

Seguro que más de uno se habrá preguntado alguna vez cómo se conseguía mantener el hielo congelado cuando no existía corriente eléctrica. La respuesta son las hoy obsoletas cases de neu, unos dispositivos presentes en todas las culturas de la antigüedad, documentados en Mallorca desde el siglo XVI. «En tiempos remotos, la nieve era un producto muy preciado, sobre todo en la medicina y la gastronomía. Servía para najar la fiebre y las inflamaciones, así como para hacer sorbetes o helados», explica en Twitter Antoni Janer Torrens, periodista y profesor de latín y griego en la isla. «Con una puerta principal y ventanas en los laterales, sobresalían poco más de 1,50 metros al exterior. A su alrededor había un porche, donde se resguardaban el nevater y su ganado. El oficio de nevater como tal no existía, ya que era una actividad temporal. En invierno, cuando se producían las primeras nevadas, un grupo de jóvenes (de entre 15 y 18 años) subía a los lugares donde se encontraban agujeros. Bajo las órdenes de un capataz, recogían y transportaban la nieve con palas, sacos de espartos y otras herramientas. A continuación, la metían en los agujeros. Para que quedase bien prensada y conservada, lo cubrían con sal, ceniza y una capa gruesa de hojas, ramas y tejas. Así, se conservaba el hielo hasta principios de abril, que era cuando se transportaba a los pueblos, tapado con mantas.

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Una ruta por las cases de neu

Tres expertos montañistas han geolocalizado y catalogado más de medio centenar de cases de neu o de los restos que quedan de este vasto patrimonio clave en la historia reciente de Mallorca, construido con la técnica de la pedra en sec. Los químicos Lluís Vallcaneras y Tomeu Bonet, y el geógrafo Miquel Salamanca, que llevan décadas recorriendo las montañas de la Isla, han documentado 51 cases de neu ubicadas en las cotas más altas de la Serra de Tramuntana, y la única que se conoce en la Serra de Llevant, en Artà.

En El llibre de la neu, los tres expertos proporcionan una ficha de cada una de estas cases de neu y construcciones complentarias, como porxos de nevater - donde se guarecía el encargado de cada pozo en las montañas nevadas - marges y senderos. También se proporcionan las coordenadas geográficas y un código QR que facilita la localización de las mismas a los excursionistas. Cada ficha va acompañada de imágenes que muestran el estado de deterioro de la mayoría de las cases de neu, como es el caso de las de Na Franquesa, la Fita del Ram, la des Castellot, la del Comellar des Prat, la que se abastecía de nieve en los acantilados del Puig de Massanella o las situadas a los pies del Puig Major y en la Coma Fosca, cerca de la base militar. Solo tres cases de neu han sido restauradas por el Consell de Mallorca en distintas campañas de recuperación del patrimonio. El Pou de Neu de son Macip, con su forma elíptica; la casa de neu y el porxo del Puig d’en Galileu, que revelan las duras condiciones de vida del oficio de nevater; y la de Galilea, de planta cuadrada y situada en la cota más baja de todas (471 metros).