La marca Rockbeach vendía camisetas, sudaderas y polos con un logotipo de un cangrejo. | M. À. Cañellas

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Rockbeach fue una marca de ropa de vida efímera, apenas tres años. Casi ha durado más el procedimiento judicial que ha enfrentado a un grupo de inversores en el proyecto contra el fundador, al que acusaban de estafa. El TSJIB ha exculpado ahora a éste del delito y ha anulado la condena de dos años de cárcel que le impuso la Audiencia Provincial. El tribunal considera que el empresario no engañó a sus socios sobre la marca y que tampoco logró beneficio económico alguno. De hecho, buena parte de la resolución se basa en que fue la persona que más dinero perdió con el fracaso del proyecto.

El ahora absuelto, Carlos Castells, arrancó el proyecto en el año 2014. Constituyó una sociedad, ‘The Rock Beach Company S.L.’ y registró en la Oficina de Patentes  la marca de un cangrejo. La gran cuestión en el juicio es que lo inscribió todo a su nombre, no al de la mercantil. En los meses siguientes se realizó un plan de negocio y el acusado captó varios inversores, que desembolsaron durante tres años alrededor de 300.000 euros para financiar la promoción de la marca. La empresa perdía dinero pero, según el plan, de lo que se trataba entonces era de promocionar la marca y hacerla crecer. Abrió una tienda en el centro de Palma, esponsorizó a un chef con estrella Michelin, al Palma Futsal y distintos eventos.

A pesar de esas pérdidas todo transcurrió bien los primeros años. El acusado incluso daba charlas a otros empresarios para desvelar las claves de su éxito. El asunto se torció y una junta general cesó a Castells como administrador único. Ocurrió en agosto de 2017. En enero de 2018, Castells envió un burofax a la empresa en el que hacía valer que la marca era suya y no la podían utilizar. Ante esa situación, la firma se declaró en concurso y se liquidó.

Los inversores plantearon una querella por estafa contra el fundador. Le acusaban de haberles engañado y de ocultar que la marca, el principal motor de las inversiones, era suya en exclusiva y no de la sociedad. La Audiencia apreció que existió un engaño y, con la oposición de la Fiscalía, condenó a Castells a dos años de prisión.

El TSJIB sin embargo tiene dudas «objetivas y fundadas» de que hubiera tal engaño. «El hecho de que Castells fuese el que más perdiese con el negocio emprendido determina que más que ante una estafa nos encontramos ante un proyecto empresarial que no salió bien. Si se hubiese tratado de una estafa, no hubiese invertido tal cantidad de dinero».

El apunte

Tienda en la calle Unió y eventos

La marca del cangrejo llevó a cabo una intensa actividad de promoción entre los años 2015 y 2017. Abrió una tienda en la calle Unió y financió numerosos eventos. Se promocionaba como una marca local de ropa de calidad a un precio asequible: «Creemos que el Mediterráneo se merece una marca de ropa y las personas que lo viven también», presumían. Camisetas, polos y sudaderas con un cangrejo rojo fueron sus productos. No fue bien.