El Govern y los apicultores trabajan para caracterizar la miel de algarrobo. | Pere Bota

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La miel de algarrobo supera los indicadores máximos de conductividad eléctrica permitidos por la normativa vigente. Lo que para algunos podría ser un obstáculo es una virtud para los apicultores de Baleares que comienzan ya a hablar de la miel de otoño en Mallorca como un «superalimento».

La doctora Carme Rosselló, miembro del Grupo de Intestigación Agroalimentaria de la UIB, ha realizado por encargo del Institut de Recerca i Formació Agroalimentaria (organismo dependiente de la Conselleria d’Agricultura i Pesca del Govern) un estudio en profundidad de la conductividad de la miel de Mallorca. Los resultados del trabajo detectan niveles elevados de calcio, potasio y magnesio en la miel de algarrobo, la mayoritaria en otoño. La idea es que el Govern utilice los datos de ese estudio para pedir al Ministerio de Agricultura que introduzca una excepcionalidad a los indicadores máximos de conductividad eléctrica permitidos para la miel de en España, algo que ya se hace a nivel nacional a petición del algunas denominaciones de origen para otras mieles monovarietales como la de madroño.

Georgina Brunet, gerente del Institut de Recerca i Formació Agroalimentaria, explica que el descubrimiento puede ser clave de cara a aprobar una Denominación de Origen o Indicación geográfica, que ayude a poner en valor la miel de Baleares y a reducir el fraude del envasado de mieles importadas que se comercializan como miel producida en las Islas.

«El sector apícola en Baleares tiene tres asociaciones y está muy organizado. Desarrolla programas conjuntos y dinámicos y eso facilita y da un impulso a la investigación. Desde el instituto trabajamos en varias líneas y una de ellas es la caracterización de la miel de Mallorca y su vínculo con el medio. El objetivo inicial era obtener un reconocimiento oficial de la calidad de la miel para mejorar su competitividad. Encargamos un primer estudio a la UIB con una inversión de 10.000 euros. Carme Rosselló pudo identificar y describir las características de las mieles de otoño y primavera y vio que había altos niveles de conductividad en la miel de algarrobo», dice Brunet.

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Visto el resultado de este estudio el Govern decidió encargar una segunda investigación que se realizó en 2021 (con una inversión de 9.000 euros) que encontró una correlación entre la presencia de minerales (calcio, potasio y magnesio), la alta conductividad y el origen botánico y de los suelos calcáreos insulares. «Nos reunimos con el sector para valorar los resultados de estas investigaciones que son prometedores y acordamos repetir el estudio este año con el objetivo de tener un mínimo de tres años de estudio para que estadísticamente sea representativo y pueda utilizarse para realizar la solicitud de la excepción o bien la Denominación de Origen o la Indicación geográfica», añade la gerente del Institut de Recerca.

«Al realizar el estudio para la caracterización de las mieles de Mallorca nos dimos cuenta de que las mieles de otoño son mieles con una conductividad muy elevada y al mirar qué pasaba encontramos que estas mieles de algarrobo tenían una cantidad muy alta de minerales mayoritarios», dice la doctora Rosselló. Se trata de un indicador de uso frecuente en el control de la calidad de la miel que puede distinguir las mieles florales (de baja conductividad) de las mieles de mielada (las abejas la producen con las secreciones principalmente de árboles), que suelen tener valores más elevados. De acuerdo a la normativa de la Unión Europea el valor máximo permitido de conductividad es de 0,8 mS/c para la miel en general, excepto en algunas mieles para las que no se cita límite que son la miel de madroño, de argaña, de eucalipto, de tilo, de brezo, de leptospermum y de árbol de té.

Las distintas denominaciones de origen proponen valores de acuerdo a las características de sus mieles, siempre cumpliendo con la normativa de la miel. Solo en algunas ocasiones previamente justificadas las denominaciones de origen son más restrictivas que la norma o permiten valores más elevados de conductividad cuando se trata de mieles contempladas en las mencionadas excepciones como la del brezo. El objetivo es que la miel de algarrobo, que no es a día de hoy una excepción autorizada, llegue a serlo. Podría convertirse en un valor añadido y en su sello de identidad.

La conductividad eléctrica media de las muestras de primavera de miel de Mallorca fue de 0.54±0.16 mS/cm (dentro de los parámetros que exige la norma) mientras que las de otoño, presentaron valores considerablemente más elevados (1.13±0.39 mS/cm). Una de las primeras hipótesis que manejaron los expertos es que la conductividad de algunas muestras de otoño en Mallorca estuviera relacionada con la salinidad del medio por la cercanía al mar pero el análisis de los cloruros demostró que no había una relación. Se acordó así realizar un estudio específico para buscar el origen de la alta conductividad que ha encontrado una relación directa de la presencia de los minerales en la miel de algarrobo y en el entorno. «Podemos decir que la miel es un producto de calidad y diferenciado en aroma y sabor», dice la doctora Rosselló.

De entre todos los minerales detectados en la miel de otoño en Mallorca el potasio es el mayoritario con valores medios de 1942+-747 mg/kg. Los investigadores concluyeron que la elevada conductividad está relacionada con el origen botánico y con el entorno insular de los suelos calcáreos. «El estudio sobre la alta conductividad eléctrica revela que nuestras mieles de otoño tienen algo especial. Triplican el valor de minerales de una miel normal de primavera y son ricas en potasio, calcio y magnesio por lo que estamos hablando de un alimento que desde el punto de vista nutricional es un superalimento», dice Aba Garrit, presidente de la Associació d'Apicultors de Balears.