Craig S. Wright, este jueves, en la sala de actos de Fundació Sa Nostra. | Jaume Morey

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El autoproclamado padre del bitcoin, el informático y empresario australiano Craig S. Wright, llevó este jueves el «evangelio del blockchain» ante un auditorio de unas 100 personas en la Fundació Sa Nostra de Palma. La empresa tecnológica mallorquina Gate2Chain fue la organizadora de la conferencia, que bajo el título Blockchain, turismo y el futuro de Internet, contó con otras figuras del sector como Latif Ladid, presidente de New Internet IPv6 Forum, o Agata Slater, directora de Blockchain de IBM en Europa.

«Esto no tiene nada que ver con criptomonedas», advirtió a un sorprendido auditorio el CEO de Gate2Chain, Joe Holles. No es tan sencillo: las cripto se sirven del blockchain para su control aunque no todo es moneda digital. Holles insistió que el habitual mantra tras este mundo el de la descentralización, aunque eso es algo que puede conducir a un contexto no deseado, una jungla en la que los ciberdelicuentes puedan campar a sus anchas. «¿Realmente queremos un sistema no censurable? La solución es que el protocolo esté fijado y no se pueda cambiar; si cambia es que alguien tiene el poder».

En ese sentido, Wright ahondó en la cuestión de la transparencia que ofrece el sistema y en la típica confusión entre privacidad y anonimato, defendiendo que se precisa de un sistema para compartir datos que respete la privacidad de las personas hasta el punto que ellas mismas deseen, pero que no las provea de un anonimato que puede ser contraproducente. Aprovechando su presencia en Mallorca, el australiano centró parte de su discurso en las aplicaciones y los beneficios de los que el blockchain puede surtir a la primera industria balear, el turismo. Esa compartición de datos, sostiene, «es lo que permite que el turista se beneficie de los servicios y tenga completa transparencia y privacidad».

Por ello, Wright se presenta como un firme defensor del uso de datos sobre los consumidores para optimizar y ajustar al máximo a sus gustos y necesidades el producto que se les va a vender, en este caso la experiencia turística. «La única manera de ofrecerle una experiencia satisfactoria a alguien es conocerle». Eso sí, puntualiza, de una manera diferente a como se suele hacer. Es decir, «que el cliente sepa siempre que esa información está siendo compartida».