Estas bebidas se han convertido en una part de la vida de Pilar Elena Cabeza.

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El consumo de bebidas energéticas ha aumentado en los últimos años. Cada vez es más habitual encontrarse a personas en la calle o en un parque, muchos de ellos jóvenes, con una lata en la mano como si fuera un refresco. Los nutricionistas llevan alertando desde hace tiempo de los riesgos que su consumo en exceso supone para la salud y del daño que está haciendo la publicidad, su fácil acceso y el precio en estos productos. En algunos casos, puede llegar a generar adicción. Es lo que le sucedió a Pilar Elena Cabeza, de 35 años, que desde hace más de una década los bebe diariamente y no ha conseguido dejarlo: «Algún día he intentado no beber, pero es que el cuerpo me lo pide». Para Pilar, lo que empezó como una curiosidad para probar el sabor de estas bebidas, se ha ido convirtiendo poco a poco en una parte de su vida. En un primer momento no era consciente de los peligros a los que se exponía y como si de agua se tratara decidió beberlo en grandes cantidades a diario.

Esta mujer siempre se ha considerado una persona de carácter tranquilo y cuando empezó a tomar este tipo de bebidas se dio cuenta de que tenía energía durante todo el día para poder desempeñar cualquier tipo de tarea. «Los trabajos que he tenido han sido un poco estresantes y estas bebidas me daban la fuerza que necesitaba para poder seguir el ritmo», ha explicado. Aunque es consciente de los efectos nocivos que tienen para su salud, hasta hace tan solo un año bebía dos o tres latas de medio litro al día. «Decidí frenar el ritmo porque me salió una úlcera estomacal y me dijeron que era por beber tantas bebidas con gas», detalla. Desde entonces ha reducido su consumo a medio litro diario y a un café por la mañana.

Pilar Elena Cabeza admite que uno de los problemas más graves para ella ha sido que estas bebidas están al alcance de todos y que basta con ir a cualquier supermercado para poder comprar una.

Los peligros

Aunque hay muchas fórmulas diferentes para su elaboración, todas estas bebidas suelen contener ingredientes similares como la cafeína, glocuronolactona y vitaminas. Algunas atribuyen sus propiedades estimulantes a aminoácidos como la taurina o a su contenido en extractos de hierbas como el ginseng o la guaraná, y hay casos en los que se agregan minerales, inositol y carnitina. Los peligros del consumo elevado de estas bebidas pueden desencadenar «alteraciones para la salud cardiovascular y mental, cambios en el comportamiento o el aumento trastornos coronarios y efectos psicológicos», según advierte el presidente del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Baleares, Manuel Moñino.

Esta clase de bebidas es habitual entre quienes necesitan apurar más las horas del día. Pero aunque el consumo de estos productos ayude a estar más tiempo despierto, ya que generalmente contienen estimulantes, se altera el patrón normal de sueño. En estos casos, la ingesta excesiva de cafeína puede generar ansiedad, hipocondría, insomnio, cefalea, y síndromes depresivos y de abstinencia.

Todos los efectos adversos pueden verse aumentados cuando la bebida se mezcla con alcohol. Moñino recuerda que pueden ocasionar insomnio, deshidratación, ansiedad, convulsiones, arritmias y trastornos cardíacos graves. Además, esta combinación reduce la percepción del estado de embriaguez, lo que incrementa el riesgo. El consumo, además de asociarse al ocio nocturno y a los videojuegos, también es habitual en las actividades deportivas. Aproximadamente el 52 % de los adultos y el 41 % de los adolescentes españoles afirmó consumir bebidas energéticas al realizar actividades deportivas, según un estudio del Ministerio de Sanidad.