Mario con una tabla de surf que decora su peluquería. | Jaume Morey

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Muchos conocerán la peluquería más antigua de Palma, con más de 200 años de historia, pero pocos sabrán la vida detrás de las tijeras de uno de los hermanos propietarios del negocio familiar. Mario Vich tiene una doble vida. La primera faceta, la de peluquero reputado desde que apenas tenía 16 años. La segunda de sus caras es la de aficionado al surf, kitesurf y windsurf desde hace ya la friolera de 30 años.

Si le preguntan si se jubilará antes del deporte acuático o de la peluquería, contestará lo segundo. Porque de lo primero, de surfear las olas, no lo quiere ni pensar. Es posible que sus clientes se asombren, pero no se asusten si más de un día llega con el pelo rebelde. Suele vivir casi siempre en su furgoneta camperizada, frente al mar, porque hay mañanas, casi todas, que aprovecha para meterse al agua. Da igual que haga frío o calor. Pero unas horitas le dan vida.

Mario, haciendo ‘kitesurf’ en Pollença este año
Mario, haciendo ‘kitesurf’ en Pollença este año.

«No te diré en qué zonas surfeamos, eso es top secret. Me he llegado a coger alguna vez el día libre en la peluquería si hay viento», reconoce Mario, que a pesar de su amor incondicional a las tablas, también es un enamorado de su oficio.

Enganche

Su primer enganche con el surf ocurrió en un viaje a Bali en 2005. Con los años, no ha dejado de viajar por todo el mundo, desde Hawaii en dos ocasiones, las Maldivas hasta las Islas Canarias en numerosas veces para hacer actividades acuáticas. «Estos deportes me dan una sensación de libertad y a la vez de agresividad. Si cuando era más joven intentaba dosificar el deporte, ahora ya es una adicción total», reconoce Mario a sus 45 años que, aparte de esto, también entrena con bici desde hace muchos años –de hecho, se mueve por todo en bicicleta– y en invierno artes marciales.

Mario Vich es uno de los propietarios de Peluquerías Vich junto a su hermano, también aficionado al deporte acuático desde pequeño. Este año, se pusieron en contacto con el libro de los Récord Guinnes porque descubrieron que «no hay otra peluquería en el mundo en manos de la misma familia», desde 1815 hasta ahora. Lo constata en su árbol genealógico. Aparte, pronto publicará un libro en homenaje a la profesión y a sus ancestros peluqueros.