Una alumna del centro Francesc de Borja Moll de s'Arenal, con un cartel contra el bullying. | P. Pellicer

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«Muchas veces me hacen sentir que no soy suficientemente inteligente», «Siempre me eligen el último». Son algunas de las confesiones que han salido a la luz entre los alumnos de 4º y 5º de Primaria del Colegio Francesc de Borja Moll del Arenal gracias al programa Somos Únic@s. Este centro educativo fue uno de los cinco de todo el país que el año pasado se adhirió a un proyecto piloto que tenía como objetivo erradicar el bullying de las aulas. Funcionó tan bien entre el alumnado, que este curso ha vuelto a repetirse. Este año participan hasta 14 escuelas de Baleares, y beneficia hasta a 800 alumnos de Primaria.

«No hemos tenido casos significativos de bullying en el colegio, pero creíamos importante participar en el programa para que evitar que sucedan», apunta Rubén Alarcón, profesor de Primaria y coordinador de proyectos en el Francesc de Borja Moll. En este sentido, el docente explica que el objetivo del programa «pasa por educar contra el acoso escolar desde la prevención, empoderando a los alumnos para que crezcan potenciando lo que les hace únicos y diferentes». La educación emocional, la autoestima, el respeto a los demás, la tolerancia y el trabajo en equipo, los ingredientes para luchar contra esta lacra.

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Aitor Pérez y Rubén Alarcón, docentes del colegio Francesc de Borja Moll.

Para poder llevar a la práctica el proyecto, Somos Únic@s, desarrollado por la Fundación ColaCao y Asociación No al Acoso Escolar (NACE), pone a disposición del profesorado diferentes materiales didácticos adaptados a cada ciclo de primaria y con pautas de desarrollo. Los soportes están planificados para trabajarlos durante todo el curso de forma curricular, y a través de metodologías innovadoras como la gamificación. Además, el material, y la información, no solo se limita al profesorado, sino que puede ser solicitada por los padres y madres, de forma que este tema no se limite a ser tratado únicamente en el ámbito académico, sino también puedan trabajarlo en casa con sus hijos.

«Nuestra idea ha sido unir a estudiantes de cursos diferentes en el proyecto. Si no tenían relación entre ellos, mejor que mejor. Hemos potenciado eso, el trabajo en equipo entre alumnos que no tenían relación entre ellos. El resultado ha sido muy satisfactorio», agrega Rubén Alarcón. Buena muestra de ello es la relación que han establecidos Felicity y Claudia. Tienen 9 y 10 años respectivamente y van a cursos diferentes. Antes eran dos desconocidas, ahora se han hecho amigas.

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Felicity y Claudia, dos desconocidas que ahora son amigas gracias al programa antibullying.
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«Quizás no lo hubiéramos sido si no nos ponen juntas», explica Felicity, que reside en Mallorca desde hace tres años, y que responde rápidamente a que es lo que más le gusta de su compañera de programa: «Siempre está sonriendo. Eso siempre mejoras las cosas», dice, mientras prepara un mensaje antibullying con el ordenador y el lettering junto a su compañera.

El centro escolar también ha sacado el programa de las aulas, y ha llegado a las casas de los participantes. «Los alumnos tenían que hablar con sus padres sobre sus complejos, pero estos también tenían que confesar a sus hijos las cosas de ellos que no les gusta», explica Alarcón. «Sin la complicidad de los progenitores, es imposible acabar el bullying».

Por ejemplo, en el programa participa un estudiante que, si se siente amenazado o le hacen algo que no le gusta, acude a la violencia. El problema es que cuando hablan con él, dice que sus padres siempre le han dicho que saque la mano y se defienda. «Solo podemos solucionarlo con los padres. Y hay que trabajarlo en familia. Lo estamos haciendo. Poco a poco estamos cambiando las cosas», agrega esperanzado el coordinador del proyecto en el centro.

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Adrián, Ágatha y Claudia, de 6º de Primaria, prepararon el año pasado una canción antibullying.

Adrián, Ágatha y Claudia ya son veteranos. Ahora están en 6º de Primaria, y el año fueron de los primeros alumnos en participar en el programa antibullying. Durante las ocho sesiones que realizaron, compusieron una canción contra el acoso escolar en las aulas. ¿Son capaces de poner fin a un episodio de bullying si lo vieran? Adrián lo tiene claro: «Intentaría frenarlo. No hay que tolerar según qué acciones», dice, mientras que sus compañeras apostillan que es importante poner «sobreaviso» a los docentes. «Esto se acaba si trabajamos juntos, por separado somos menos efectivos». La chispa del trabajo en equipo hace milagros.