Antonio Catalán tiene casa en Mallorca desde hace 15 años y es un analista privilegiado de la Isla. | P. Pellicer

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Antonio Catalán (Corella, 1948) es uno de los empresarios hoteleros españoles con más prestigio a nivel nacional e internacional. Su trayectoria de emprendedor le iguala en actitud a la de los grandes hoteleros de Baleares, con los que se lleva a la perfección «porque no compito con ellos», afirma de forma jocosa. Conoce en profundidad el desarrollo turístico balear y pide dar un salto en gestión y comercialización.

¿Cómo analiza la evolución de la temporada turística en Balears?
—Entiendo que con un récord de turistas tiene una economía distorsionada porque logra una facturación global con precios medios. Hay que cambiar el perfil de cliente. Es más, a Mallorca le sobran clientes y le falta subir más los precios. Todo esto se tiene que complementar con una estrategia de inversión para mejorar la oferta de alojamiento y ser, aún más, más competitivos.

¿Qué falla para mejorar cualitativamente los resultados económicos?
—Es el momento de dar un salto cualitativo y ser valientes, porque considero y creo como empresario que si un cliente no puede pagar el precio que tengo estipulado por producto, que no venga. Hay que dar una vuelta más en cuanto a evolución turística y en el caso de Balears hay que saber poner en valor lo que se tiene y ser mucho más selectivos. Al mismo tiempo, si hay empresarios que no pueden pagar el Salario Mínimo Interprofesional, unos 1.000 euros, que dejen de ser empresarios. Todo va relacionado, tanto por arriba como por abajo.

¿Falta más imaginación en materia de comercialización?
—Arne Sorenson, presidente de Marriott y que falleció en 2021, me decía que los hoteleros españoles en gestión eran una auténtica bomba, pero un desastre a la hora de vender su producto. Aquí, está el verdadero problema al que se tienen que enfrentar todos los empresarios y empresas relacionadas con la actividad turística.

La industria turística española, pese a todo, es modélica por cómo afronta las crisis. ¿Qué opina al respecto?
—Es cierto que contamos con unos empresarios modélicos, emprendedores y que triunfan allá por donde se expanden a nivel internacional. Es por ello, pese a todos los condicionantes expuestos, que si la economía funcionara como lo hace el sector turístico España sería una potencia mundial. Somos un destino vacacional en el que confían los mercados emisores por seguridad, infraestructuras y servicios. Y afirmo que los alemanes y centroeuropeos no tendrían vacaciones sin nosotros. Somos un destino demandado por todo lo que tenemos y no tienen los países competidores en el Mediterráneo.

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¿Considera que se deben subir los precios en los convenios de hostelería que se tienen que negociar en 2023?
—Estamos en una coyuntura marcada por récords de ingresos, pero también por récords de gastos por cuestiones geopolíticas, energéticas e impacto de la inflación. Es una situación compleja, por lo que es el momento de ser prudentes. Cada empresa debe tomar sus decisiones al respecto con o sin convenios.

¿Qué opina de la masificación turística tras los efectos letales de la pandemia en la industria?
—Insisto en que Balears tiene todas las condiciones a su favor para poner en valor su industria turística. Hay que ser más selectivos. Pongo como ejemplo que hace cuatro años con la aprobación del ‘Brexit’ los turistas británicos vieron cómo se devaluaba la libra un 20 % y, pese a todo, vinieron a España pagando un 22 % más caras sus vacaciones. Es una cuestión de presionar y actuar con criterios profesionales y comerciales. Se puede hacer porque en el caso de Mallorca, lo tenemos todo a nuestro favor para poder mejorar en todo lo que concierne a comercialización y subidas de precios.

¿Cómo valora el acierto de Palma con la apuesta por los hoteles boutique?
—Es el ejemplo más claro de que se puede comercializar un establecimiento con un sistema tarifario de precios al alza y sin cortapisas. Hay clientes y mercados que pueden pagar los precios que se exigen. Nosotros contamos en Madrid con el AC Santo Mauro Autograph Collection y el precio de la habitación no baja de los 1.000 euros por noche. Es una estrategia que funciona y que tiene demanda pese a los precios que se establezcan.

¿Qué implica bajar o tener unos precios más asequibles en un destino vacacional?
—Precios low cost implica tener turistas low cost. Es así de sencillo y lo contrario es hacer trampas al solitario. Insisto en que es el momento de mirar hacia adelante con una visión empresarial valiente porque los mercados emisores europeos van a responder, pese a la incertidumbre que impera en estos momentos.

¿Cómo se vislumbra la temporada de verano 2023?
—Es muy pronto para poder hacer cualquier tipo de previsión, pero la coyuntura geopolítica y económica es la que manda. Es cierto que hay países que entrarán en recesión, caso de Alemania, pero los turistas europeos seguirán viniendo porque están dispuestos a pagar lo que seas por venir de vacaciones. Aquí, Balears debe jugar con la correlación ocupación y precio medio. La ocupación y el precio medio por habitación se tiene que basar en menos clientes y esto mejora los niveles de rentabilidad del establecimiento.