Tanto los profesionales, estudiantes y usuarios, que conforman 'La forma dels somnis', dieron sentido a la obra. | Teresa Ayuga

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Todos tenemos monstruos pero cuando los sacamos a la luz, éstos se apaciguan. Con esta idea parte la obra teatralizada Retaule dels monstres, un conjunto de textos que dramatizaron este viernes, en Can Campaner, 17 miembros del colectivo de trabajo La forma dels somnis, que agrupa a profesionales, usuarios diagnosticados del Hospital de Día de Salut Mental del Hospital de Inca y de la Asociación La Nostra Veu, así como alumnos del grado de Filología Catalana de la UIB. El tema central se vinculó con los miedos y las inestabilidades que pueden manifestarse en forma de cosa extraña, de monstruo. El guion parte de alrededor de 40 textos que los usuarios y alumnos escribieron a lo largo del año. En total, 17 usuarios, estudiantes y profesionales dieron forma a la obra que se enmarca en la semana de la Salud Mental.

Para el psicólogo Xavi Delgado, del Hospital de Día, esta obra es un ejercicio de libertad «para expresarse». Para Vicente Galaso, presidente de La Nostra Veu, sacar en escena los monstruos es una forma de reivindicar el Día Mundial de la Salud Mental, el próximo lunes, 11 de octubre, pero «creativamente» y, como expresa, «recuperar la belleza de la palabra loco. Muchos estamos en contra del diagnóstico, así que buscamos naturalizar esta palabra». La noche fue de ellos. Y ellos regalaron al público muchos aprendizajes, como el que ofrecieron Gonzalo Vázquez o Xisca con sus interpretaciones y sus textos más personales.

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Sobre estas líneas, Gonzalo Vázquez.

Ambos tenían el gusanillo de convertirse en actor y actriz y lo de ayer le dio el impulso para hacerlo real. «Hacer esta obra es gratificante como terapéutico para mí. Con mi escrito, he intentado expulsar mi negatividad y sincerarme. No me da miedo decir que soy esquizofrénico», expresó Gonzalo horas antes de subir a escena. Xisca participa en esta obra en la que para la semana de la Salud Mental «intentamos hacer visible lo invisible». La dramaturga Alma García dirigió la obra y lo vivió como un «aprendizaje», tal y como afirmó.