Esculturas, ‘brollador’, árboles cítricos y vegetación recortada en el histórico y conocido jardín de la ‘possessió’ de Raixa.

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Mallorca no es ajena a la evolución de los jardines, entendidos casi desde el principio de la Historia como una necesidad. Júlia Roman, profesora de Historia del Arte en la UIB y especialista en la materia, explica que «en todas las civilizaciones, el hogar ha estado relacionado con un jardín para mantener el vínculo con la naturaleza y disponer de un espacio de ocio, placer y relajación. Ramon Llull ya habla del verger como espacio para la reflexión filosófica y teológica». La Biblia se inicia con el paraíso, palabra que procede del persa y que se refería a un lugar con muchos árboles y flores. Las alfombras persas reproducen las geometrías de los jardines de ese país. Y los persas influirán en los musulmanes en su gusto por los espacios ajardinados.

Roman señala que «en los mosaicos de las basílicas paleocristianas de Mallorca ya encontramos representaciones de jardines en las que las palmeras son protagonistas. La Madina Mayurqa musulmana contaba con espacios cultivados, huertos y jardines. La Almudaina tenía su jardín y lo mismo ocurría con casas de ese barrio principal. En estos casos se trataba de jardines particulares y sencillos. Ya en la dominación catalana, en el siglo XIV se crea, ocupando más o menos el espacio actual, el original Hort del Rei, con huerto, frutales, emparrados y pedrissos, todo para el disfrute del rey. En el siglo XVI, con la influencia del Renacimiento, se incorporan una gruta artificial, una pequeña escultura ecuestre, un espacio para juegos y una fuente».

Ejemplo de distribución geométrica y vegetación recortada.

La historiadora añade que «la Llonja también tenía su jardín, en este caso con naranjos, como el Pati de Tarongers del Palau de la Generalitat, en Barcelona. Igualmente, el Palau Episcopal contaba con su jardín. El que conocemos en la actualidad es sólo una parte. Debemos tener en cuenta que, en esos siglos, la palabra jardí apenas se usa en catalán, siendo más frecuentes verger u hort, y que el naranjo adquiere protagonismo en el jardín mediterráneo desde la Edad Media, pues era un árbol aclimatado al Mediterráneo y aportaba el conocido aroma de su floración. Llegamos al punto en que naranjos y una fuente son los elementos esenciales del jardín mediterráneo».

Con el Renacimiento, y como ya se ha apuntado antes, se introducen nuevos elementos en el jardín, considerado ya como un espacio artístico: esculturas, trazados en cruz, especies como el boj y el mirto, y se le dan formas recortadas a la vegetación presente. La conocida distribución geométrica de los jardines es una influencia italiana del siglo XV que se prolongará en las centurias posteriores.
Júlia Roman indica que «con el siglo XVIII llegan los paseos públicos, como son en Palma el Camí de Jesús i les Quatre Campanes y el Passeig des Born, pero, con el paso del tiempo, se pone en marcha otro proceso: la progresiva urbanización de la ciudad devora los jardines particulares existentes, por lo que que los propietarios los potencian en sus possessions de la Part Forana». Roman enumera algunos de los jardines de possessions más destacados, unos más conocidos y otros no tanto: Raixa (Bunyola), Alfàbia (Bunyola), Son Berga (Establiments-Palma), sa Granja (Esporles), Son Vic de Superna (Puigpunyent), Son Angelats (Sóller), Son Curt (Alaró), Son Fortesa (Puigpunyent), Son Moragues (Valldemossa), Son Marroig (Deià) o sa Coma (Valldemossa).

La presencia del agua también es importante en los jardines de Mallorca; en la imagen, jardín romántico de Alfàbia, con agua y mayor frondosidad.

La profesora de la UIB destaca que «los jardines de las possessions son parte del espacio vital del senyor. No obstante, se concilian perfectamente el aspecto más ocioso del jardín y la vertiente productiva de la finca. No entran en conflicto, Al contrario, mantienen un perfecto equilibrio. En los conocidos jardines de Alfàbia, el jardín ha ido ocupando espacios que eran del huerto, pero se mantuvo el sistema hidráulico para que éste siguiera recibiendo el agua necesaria. Al final, el jardín caracteriza el paisaje cultural de Mallorca».

Romanticismo

Con el Romanticismo, en el siglo XIX, apunta Roman, «los jardines tienden a un aspecto más natural, con recorridos sinuosos, se deja de lado el diseño geométrico anterior y crece el interés por la frondosidad, los árboles grandes y nuevas especies que se van conociendo con la expansión de la botánica. Los naranjos pierden su protagonismo. Possessions como Canet -en Esporles- o Alfàbia incorporan lagos. Raixa, con posterioridad al cardenal Despuig, extiende su jardín por sa Muntanyeta y construye su famoso safareig. Se crean miradores de estilo neoárabe y grutas artificiales, y se levantan torres que no existían. También se reutilizan materiales para ofrecer una imagen de antigüedad».

En cuanto a los espacios públicos de Palma, en la primera mitad del siglo XIX se crea el Jardí Botànic de la Misericòrdia, que era más grande que el actual, extendiéndose hacia la Plaça de Santa Magdalena. De esa época data el ficus monumental que hoy conocemos. A finales del mismo siglo, la parte más próxima a Santa Magdalena desaparece para construir la Costa de la Sang. A mediados del mismo siglo, se había creado el jardín de la Plaça de la Reina.

Los jardines de la Isla no son ajenos a los cambios, las modas y las influencias. Desde el siglo XV, los jardines italianos influyen con una distribución geométrica, esculturas y vegetación recortada. El Romanticismo tiende a jardines más naturales y frondosos, con árboles grandes y recorridos sinuosos.

Finalmente, Júlia Roman comenta que «en el barrio de El Terreno, numerosas casa tenían jardín, aunque fueran un corral con un limonero, pero también podían encontrarse macetas, fuentes y pequeñas esculturas. En su mayor parte han sucumbido a los procesos urbanizadores. Por contra, jardines como el de Alfàbia han recibido visitas desde el siglo XIX y han mantenido su encanto y carácter. En este sentido, las visitas han servido decididamente para su conservación. Por su parte, el jardín de Raixa se había perdido, pero actualmente está recuperando su antiguo sentido sensorial».

El apunte

Numerosos casos sin la oportunidad de recorrerlos y admirarlos

En Mallorca tenemos jardines muy conocidos, principalmente Raixa y Alfàbia. El primero es ahora público y el segundo, privado, recibe visitas desde el siglo XIX. Otros jardines privados admiten visitas, pero, desgraciadamente, hay otros espacios ajardinados privados de gran interés que no están abiertos al público ni con un pago previo, a no ser con autorizaciones específicas y puntuales. Por ello, la población residente y visitante no tiene la oportunidad de recorrer y admirar estos jardines, unos más cuidados que otros, pero que sin duda deleitarían a quien los pudiera conocer.