Concentración previa de los participantes ante el Consolat de Mar. | Jaume Morey

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Palma se sumó este martes, Día Mundial del Turismo,  a la convocatoria unitaria de territorios del sur de Europa (además de la capital balear, València, San Sebastián, Marsella, Venecia, Lisboa, Ajaccio, Nápoles, Córdoba o las Azores) para «denunciar los impactos y las consecuencias de la intensificación turística tras la pandemia, atendiendo la situación actual de crisis climática». Con este objetivo y bajo el lema Dia del Col·lapse pel Turisme. Prou turistificació, más de treinta entidades de Mallorca convocaron una cadena humana que rodeó, a partir de las 19.00 horas, el Consolat de Mar, sede de la presidencia del Govern.     

Cientos de personas se concentraron en el Passeig Sagrera  para, a ritmo de una animadísima batucada, formar posteriormente la cadena humana, siendo más que suficientes para rodear los edificios del Consolat y la Llonja. Antes de formar la cadena, el escritor Sebastià Alzamora leyó el manifiesto del acto en el que destacó que «estamos a tiempo de parar un turismo colapsador que nos lleva a la catástrofe. Tras la COVID, nos encontramos ante un turismo agresivo, masivo    y desbordante».

Alzamora también se refirió a que «los supuestos beneficios del turismo de este año no evitan la angustia ante el otoño y el invierno, y la incertidumbre de los trabajadores ante la próxima temporada». El escritor añadió que «la única sostenibilidad posible es el decrecimiento, con limitación de plazas y llegadas, y sin ampliaciones de infraestructuras, y la diversificación económica para atender las necesidades reales, contra un modelo depredador que consume en exceso bienes,    servicios y espacios comunes».

Maribel Alcázar, de la Federació d'Associacions de Veïns de Palma, señaló que «no hay turismofobia, sino el deseo de que el turismo se integre en una sostenibilidad real    y sea compatible con el bienestar de la sociedad».