Garrit Parra, presidente de ABA, junto a su hija trasladando una colmena urbana | Pere Bota

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Las colmenas urbanas pueden convertirse en un refugio genético para conservar la pureza de la especie de abeja autóctona de Baleares, la Apis mellifera iberiensis, amenazada por la prevalencia de especies híbridas. El martes 6 de agosto expertos de la Associació Balear d’Apicultors (ABA) se desplazaron hasta la calle Arxiduc Lluís Salvador de Palma para rescatar un panal silvestre que había crecido fuera de su hábitat natural y estaba en riesgo de morir en invierno, pero lo habitual es que solo se retiren en contadas ocasiones. «Normalmente las abejas hacen sus colmenas entre grupos de árboles o rocas (incluso en las ciudades) y cuando se encuentra un panal urbano fuera de estos hábitats es imprescindible intervenir para evitar que las abejas mueran durante el invierno», explica el presidente de ABA, Garrit Parra.

En el caso de la calle Arxiduc Lluís Salvador, la colmena se descubrió durante una poda ordinaria. Parra explica que, «aunque son temidas por parte de la población las abejas no son agresivas, pasa como con las moscas que de noche van hacia la luz y se meten en las casas, pero no atacan». El presidente de los apicultores defiende la importancia de conservar las colonias establecidas en suelo urbano que «conviven con los humanos y son ricas reservas genéticas porque sus abejas no están mezcladas con abejas traídas por algunos apicultores de fuera de Mallorca que producen una hibridación».

En Palma hay establecidas varias colonias de abejas en lugares tan concurridos como la Plaça de Santa Catalina y la Plaça de los Patines», explica Garrit Parra. «Las colmenas urbanas tienen dos ventajas que las hace especialmente interesantes, han sufrido una selección natural que las ha hecho especialmente fuertes porque han sobrevivido a todos los impactos y además no han sido contaminadas por otras especies de abejas», dice el presidente de ABA. «La abeja mallorquina, aún siendo un insecto fundamentalmente defensivo, tiene un comportamiento más agresivo para los apicultores que otras especies y eso ha provocado que algunos apicultores, sin maldad, trajeran otras especies de fuera menos agresivas», dice Parra. «El problema es que las abejas venidas de fuera han criado con zánganos de la abeja mallorquina y han nacido mestizos que son más agresivos que la abeja autóctona», añade el experto.

En febrero de 2021 las distintas asociaciones de apicultores de Baleares (ABA, És Mel y el Grup d'Apicultura Ecològica de APAEMA) pusieron en marcha un Programa de cría y selección de reinas de Apis mellifera iberiensis. El proyecto tiene como objetivo seleccionar un grupo de reinas de Apis mellifera iberiensis para conservar su diversidad genética y mejorar algunas de sus características fenotípicas. «La consolidación y expansión de esta genética posterior, pero también el aprendizaje que puede suponer este proyecto para el sector, contribuirán al desarrollo de un sector apícola balear más profesionalizado y a preservar la actividad apícola, tan beneficiosa para el conjunto de la sociedad», dice el proyecto.

El presidente de ABA confirma que actualmente ya tienen dos generaciones de reinas seleccionadas siguiendo criterios como la agresividad y la resistencia a enfermedades y parásitos. El próximo objetivo es conseguir crear áreas que no tengan poblaciones de abejas de apicultores para instalar allí las nuevas colmenas y reducir el porcentaje de fecundación entre especies. Cada abeja se reproduce con entre 15 y 20 zánganos de un radio de hasta 4 kilómetros.