Sebastià Frau posa para este diario en Palma.  | Teresa Ayuga

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El abogado Sebastià Frau (Palma, 1953) se adentra en el género ensayístico y publica De la nació a l’estat. El conflicte Espanya / Catalunya (Lleonard Muntaner Editor).

Dice que «los estados son nacionalistas, pero hacen ver que no lo son».
— La nación y el nacionalismo son temas tergiversados al extremo. Se ha llegado a decir que la nación es una ensoñación, pero quien lo dice margina que el artículo 1 de la Constitución Española habla de nación española. Si te autoatribuyes la calidad de nación tendrías que permitir que los otros lo hagan.

No solo pasa en España.
— Todos los estados exaltan sus virtudes y practican políticas nacionalistas, aunque lo nieguen. Esto es lo que se conoce como nacionalismo oculto o banal; se hace, pero se esconde detrás de eufemismos como constitucionalismo o legalismo. En cambio, combaten y ridiculizan a las naciones sin estado, como hace España contra Catalunya. El nacionalismo puede ser una cosa sana pero el concepto ha sido manipulado y desacreditado por los estados, aunque lo practiquen. No hay ningún estado que quiera reducir sus fronteras interiores porque sale perdiendo, pero el Reino Unido o Canadá han permitido procedimientos legales de consulta. En Québec el referéndum no estaba autorizado, pero se toleró. Aquí, en cambio, se ha apostado por la represión policial y judicial.

El libro desgrana los muchos defectos del estado, ¿por qué replicarlo en Catalunya u otra nación sin estado?
— Alternativas al estado no se conocen y este se debe de construir con leyes diferentes respecto del que te ha dominado. La mayoría nacen de un acto de violencia y el estatus que se ganan. La supresión de la libertad catalana en 1714 fue por la guerra de Sucesión y esto persiste. Se impuso el sistema político español.

El catalanismo siempre quiso domar al Estado, esa bestia. El independentismo lo ve irreformable. ¿Resurgirá la intencionalidad inicial?
— Catalunya siempre ha intentado influir para que España respetara su singularidad, pero este equilibrio se rompió con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía, que se recortó pese haberse aprobado legalmente. La reivindicación independentista está en horas bajas y ERC está implicada en negociar con el Estado para ir ganando competencias, pero España es un monolito y nunca aceptará un referéndum pactado. La única manera de que se independice es declarándolo, explicando que habrá sufrimientos y teniendo relaciones internacionales.

¿Qué futuro prevé?
— En lo últimos cien años, el número de estados se ha multiplicado en todo el mundo. Los estados pequeños, como Dinamarca, son más eficientes y menos burocráticos que los grandes. Por otra parte, todo esto se junta con el peligro de la extrema derecha de Trump o Le Pen y también con el movimiento globalizador, que me parece una tomadura de pelo. Las particularidades de las naciones van en contra de la uniformidad que pregona el liberalismo económico. El mundo diverso es más atractivo.