Centenares de niños y monitores en la plaza del club, en sa Indioteria, un sábado de verano.

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El barrio de sa Indioteria, Palma, empezaba a nacer. Nos situamos a mediados de los años setenta y apenas convivían dos mil mallorquines en la parte antigua. La construcción de nuevos edificios –los verdes y blancos, así se recuerdan– trajo consigo un nuevo perfil de población y la llegada de la droga y la delincuencia. Se produjo un choque de aceptación entre los viejos y nuevos residentes que hizo tambalear durante años la armonía.

Tomeu Suau (Palma, 1944) llegó como vicario a la parroquia de Sant Josep del Terme en el peor de los escenarios. Dejó atrás una etapa como formador en el seminario durante más de diez años. «Lo primero que pensé fue que no tenía nada que hacer en sa Indioteria». Pero su convicción por «ser un pueblo» y salvar el futuro de los más jóvenes hizo que en 1979 construyera uno de los proyectos socioeducativos más importante para la barriada: El Club d’Esplai Jovent. Se cumplen en diciembre 43 años. «Ha habido momentos difíciles», cuenta Suau, pero está convencido de que el secreto por mantener año tras año el espíritu del Esplai ha sido «creer que es posible que se produzcan milagros, que es posible el cambio».

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Tomeu Suau, fundador del Esplai Jovent. Foto: TERESA AYUGA

Los inicios

Tomeu Suau se planteó abandonar la parroquia, pero aprendió a convivir con la gente, a conocer sus costumbres y sus necesidades. Cuando constituyó el Club d’Esplai Jovent, la primera acampada que organizó fue en Biniparraitx, en el verano de 1980. Se apuntaron unos 200 menores. «Me acuerdo que me pasé todo el año buscando a jóvenes para que fueran monitores. Acudí al seminario y a los bares del barrio. Conseguí 30 chicos y chicas que, a pesar de que no tenían ni idea, sacaron conmigo el campamento.

43 años del Jovent

Los monitores, antes de dormir, cantaban y tocaban la guitarra para los niños.

«Lo más importante era que la parroquia siguiera teniendo presencia en el barrio y que diera solución a los problemas. Entre todos, creamos este sentimiento de barrio, aunque lo difícil fue aceptar que el Jovent tenía que ser un espacio abierto para creyentes y no creyentes», explica. Con los años, y ante el alud de familias interesadas de los barrios colindantes, Tomeu pensó un método pedagógico para cada edad sin olvidar valores como la amistad, el heroísmo, los sueños...

Imagen de un grupo de niños en un campamento de verano.

Imagen de un grupo de niños en un campamento de verano.

A día de hoy, el Club d’Esplai cuenta con 570 niños y niñas inscritos y unos 130 monitores. Este espacio socioeducativo parte de Jovent Cooperativa, que engloba la Associació de Gent Gran, la Granja Escola Jovent, el Club d’Esplai Utopia Jovent Pont d’Inca o el Club d’Esplai Fent Camí Jovent Es Vivero, entre otras entidades. Suau dejó hace cuatro años la dirección, pero debido a la pandemia ha decidido volver a coger las riendas este año. Su objetivo es «recuperar el espíritu» que siempre han marcado al club. «Los campamentos están siendo muy buenos. Se nota el esfuerzo que hemos hecho para animar a los monitores».