Gádor Muntaner nadando junto a un tiburón. | Rafael Fernández

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Gádor Muntaner (Barcelona, 1991) siempre ha necesitado tener el mar cerca para vivir. Con tan solo tres años se puso por primera vez la máscara para hacer snorkel en Colònia de Sant Jordi, donde pasaba los veranos. Esta catalana con medio corazón mallorquín, pues su familia paterna es de la isla, creció y se enamoró del mar en las aguas de Mallorca. Un lugar del que desde entonces no ha vuelto a salir. «Mi pasión por el mar nació aquí», recuerda la oceanógrafa, que este viernes, a las 19 horas, impartirá una conferencia titulada La sonrisa de los tiburones en el Centro de visitantes de Cabrera.

Licenciada en Ciencias del Mar por la Universidad de Canarias y con un máster y tesis sobre los efectos contaminantes que afectan al tiburón blanco, siempre tuvo claro que quería dedicar su vida a los océanos y los tiburones. Sin embargo, en casa tenían otros planes para ella. «Estudié tres años de Farmacia, mi madre tiene una en Barcelona y la idea era que me quedase con el negocio familiar. Lo hice por la presión social, siempre te dicen que tienes que dedicarte a algo que te dé dinero. Pero no podía vivir con la duda, no acabé y me fui a Canarias a hacer lo que me apasionaba», cuenta.

Desde entonces, Muntaner vive en México y compagina su labor como científica con la divulgación, sus inmersiones en mares de todo el mundo y varios proyectos en ONG's. Además, este 2022 es una de las embajadoras de la revista National Geographic. «Para la conservación, a parte de la ciencia, hay una parte muy importante que es la divulgación. Intento darle a los tiburones la voz que ellos no tienen», explica.

La oceanógrafa Gádor Muntaner.

Su amor por los escualos nació de un viaje a Maldivas a los 15 años. «Mi madre trabajaba mucho y ese año decidió tomarse unas vacaciones para viajar juntas. Allí fue la primera vez que nadé con tiburones, estaba muy asustada. Me encantaba el mar pero tenía unas expectativas horribles, la sorpresa me la llevé cuando descubrí que era todo lo contrario. Es una de las veces que más paz he sentido», recuerda. Y es que según Muntaner, que lleva años nadando entre tiburones, nunca ha tenido una mala experiencia. «Todas las interacciones que he tenido han sido buenas, tienen una mirada inocente llena de incomprensión. Nos es muy fácil empatizar con las ballenas o los delfines pero no con los tiburones. Nunca he tenido problemas en el agua con ellos», asegura.

Según explica es importante reconocer las señales que mandan estos animales. «Si una tintorera está cerca de la costa no es buena señal. Su hábitat es el mar profundo, cuando están en la orilla es porque el animal está desorientado o debilitado. En estos casos siempre hay que actuar como un depredador y no como una presa. En situaciones extremas lo mejor es mantener el contacto visual con el animal y quedarse en el sitio, si huyes estás actuando como una de sus presas», cuenta Muntaner. Aunque reconoce que todavía no ha logrado nadar con tiburones en la costa mallorquina.

Muntaner descubrió su pasión por los tiburones en un viaje a Maldivas a los 15 años.
Foto: Julien Borde.

Tiburones en Mallorca

«En Baleares se ha hecho un gran esfuerzo por su repoblación y se pueden encontrar especies como el alitán (Scyliorhinus stellaris) o la pintarroja (Scyliorhinus canicula) en aguas muy profundas. También hay marrajos (Isurus oxyrinchus) y tintoreras (Prionace glauc), que son las que más sufren los efectos de la sobrepesca. Y aunque no lo haya podido ver, quiero pensar que todavía podemos encontrar algún tiburón blanco», explica. La experta asegura que estos depredadores están en grave peligro por la sobrepesca, la contaminación y el cambio de la dinámica costera, lo que podría alterar todo el ecosistema marino. «Están haciendo mucho daño, es necesario tener más áreas marinas protegidas de la presión pesquera», reclama.

«Todos estos tiburones están en peligro», lamenta. «En el Mediterráneo hay una gran población de tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), es el pez más grande que se puede encontrar en este mar y el segundo más grande del mundo, y sería una maravilla que pudiesen vivir seguros». De esta forma, Muntaner intenta a través de la divulgación en documentales, conferencias y las redes sociales (en Instagram cuenta con una comunidad de más de 87.000 seguidores) concienciar a otros de la importancia de cuidar aquello que ella tanto ama.

Para evitar su desaparición, al igual que la de otras especies marinas, la clave está en la conservación y la divulgación. «La gente no hace las cosas mal porque sí, muchas veces se hace como desconocimiento. Los parques naturales son una buena oportunidad para empezar a informar y concienciar. Por ejemplo, en Cabrera no deberían dejar entrar a nadie con cremas solares que no sean respetuosas con el medioambiente. En las playas también debería ser así, pero es más fácil empezar a hacerlo en las zonas protegidas e ir avanzando poco a poco. El modelo a seguir podría ser como el de los parques naturales de México, donde ningún turista puede acceder si no respeta la biodiversidad y el medioambiente».

Gádor Muntaner se graduó en Ciencias del Mar en la Universidad de Canarias.
Foto: Rafael Fernández

«Baleares es la joya del Mediterráneo. Para ser un mar tan pequeño es uno de los más ricos en biodiversidad, tiene una de las aguas más limpias de todo el mundo. Sus corrientes marinas y las praderas de posidonia que contribuyen a la oxigenación son increíbles. Además, Mallorca tiene algo muy especial: la Serra de Tramuntana. Muchas veces nos quedamos con lo que se ve por fuera pero sigue por debajo del agua y es impresionante. Es uno de los puntos clave para proteger».