Laurent alaba el puerto de Palma y la proyección de Mallorca como destino.    | Pere Bota

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Marie Caroline Laurent es una experta en políticas de transporte que ha trabajado en la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) durante casi una década, así como en la Asociación de Líneas Aéreas Europeas y también como asesora en el Parlamento Europeo y como oficial superior de políticas en la Cámara de Comercio Estadounidense de la UE. Desde noviembre de 2021 es directora general de CLIA en Europa.

¿Como valora el acuerdo alcanzado con el Govern?
—La custodia de los destinos es uno de los pilares en los que se asienta nuestro compromiso con la sostenibilidad. Permanentemente trabajamos de la mano de autoridades locales y puertos    en la búsqueda de fórmulas que nos permitan dar respuestas concretas a las necesidades específicas de los destinos, a la vez que se mantiene la experiencia del visitante. El manifiesto firmado con el Govern es un ejemplo más que ilustra la predisposición de las navieras.

¿Qué opina de que los puertos europeos pidan buques de cruceros menos grandes?
—La sostenibilidad de los cruceros no está relacionada con el tamaño del barco y sí con las inversiones en nuevas tecnologías. Además, en muchos barcos, se llevan a cabo procesos de reciclaje superiores a los realizados en muchas de las ciudades que visitan. Algunos de los barcos pueden transformar el 100 % de los residuos generados a bordo y transformándolos en energía.

¿Qué piensa de las críticas de la plataforma anti megacruceros?
—Desde CLIA respetamos todas las opiniones, puntos de vista y siempre estaremos abiertos a un diálogo constructivo basado en datos. Pedimos con absoluta firmeza rigurosidad a la hora de arrojar datos relativos a la industria, ya que está en juego el modo de vida de miles de familias. Solo en las Islas, la actividad de cruceros genera más de 500 millones de euros y alrededor de 4.000 empleos.

¿Qué impacto económico tienen los cruceros base?
—Ser puerto base supone beneficios económicos adicionales relacionados con los servicios de abastecimiento, mantenimiento e, igualmente, los pasajeros se alojan en hoteles antes y después del crucero. El impacto es muy elevado y transversal.

¿Se puede hablar de sostenibilidad en este sector?
—La apuesta por la sostenibilidad no es una moda o una tendencia pasajera. La sociedad está cada vez más sensibilizada con este tema y ha interiorizado que el crecimiento de hoy pasa por cuidar nuestro planeta, por preservar su riqueza de cara a las generaciones venideras. El turismo de cruceros forma parte de las estrategias de turismo sostenible.

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¿Cómo está planificando CLIA el futuro?
—La industria de cruceros se está reinventado de la mano de los destinos; tiene un papel fundamental en el desarrollo del turismo sostenible y es un actor activo en la transición verde de nuestra economía y sociedad. Nuestro objetivo es    llegar a emisiones netas cero en carbono para 2050. Estamos comprometidos con el desarrollo sostenible y dar respuesta a las expectativas de nuestros clientes y destinos forma parte de nuestro ADN.

¿Hasta cuándo durarán los aforos por la pandemia?
—La industria de cruceros ha mostrado una vez más su resiliencia y su capacidad de adaptación; siempre ha tenido claro que tenía que volver, pero no quería hacerlo de cualquier forma: la seguridad de los tripulantes, pasajeros y las comunidades es y será la máxima prioridad. De ahí que se uniera a expertos de altísimo nivel para diseñar y desarrollar unos protocolos que facilitaran el regreso. Las restricciones se van aliviando.

¿Contaminan los cruceros los puertos?
—La sostenibilidad es una de nuestras prioridades. La    industria lidera el camino hacia el desarrollo del transporte marítimo verde. Las compañías están realizando fuertes inversiones en tecnologías medioambientales avanzadas y colaborando con ciudades y puertos en este sentido. Día a día, la industria avanza en su compromiso de reducir en un 40 % las emisiones para 2030 y    ha anunciado su compromiso de perseguir llegar a emisiones netas cero en carbono para 2050.

¿Cuál es el impacto económico?
—El impacto económico estimado de nuestra actividad se situaba en 250 millones en 2015, tal y como recogía el estudio elaborado por la Autoridad Portuaria de Balears, la UIB y la Cámara de Comercio. Posteriormente, un análisis impulsado por Deloitte en 2019 actualizaba esta cifra indicando un aumento del impacto de la actividad hasta los 500 millones.    Además, quisiera poner en valor el informe Perspectivas de la industria de cruceros 2022, publicado por CLIA en enero. Así, por    cada 24 cruceristas, se crea el equivalente a un puesto de trabajo a jornada completa y, como media,    cada pasajero gasta 660 euros en los destinos que visita en transcurso de un crucero de siete días.

¿Contempla un escenario de Palma sin cruceros?
—Es absolutamente cierto que Palma es un destino turístico por excelencia y la Isla ofrece una amplia variedad de alternativas. Además, los buques están continuo movimiento, de ahí que sea tan importante el diálogo con las autoridades locales y autonómica en este sentido.

¿Qué previsión tienen sobre la evolución de esta actividad en el Mediterráneo?
—Sin lugar a duda, 2022 será un año clave de cara a la recuperación total de la industria. Por el lado de la oferta, estimamos que cerca del 100 % de la flota estará operando nuevamente en agosto; mientras, por el lado de la demanda, y en un escenario realista, podríamos cerrar el año con un volumen de pasajeros ligeramente inferior al de 2019 (más de 29 millones de clientes). En definitiva, unas muy buenas perspectivas que nos impulsan a mirar al futuro con absoluta confianza.